CAPÍTULO 1 Noche Roja

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Ya estaba bastante entrada la noche y la carretera estaba iluminada únicamente por los faros del autobús. Se trataba de una carretera con curvas pronunciadas y montañas con posibilidad de pequeños desprendimientos. Quedaban 17 kilómetros para llegar a la capital.

Desde el autobús, ambas chicas vieron un tanto distinta la ciudad de lejos; una especie de nube rojiza vestía Córdoba por completo. Lo normal en estos casos sería verla en todo su esplendor, y más cuando se celebraba la famosa feria de mayo de la ciudad. Pero no fue así. Las dos se empezaron a preocupar y Celeste optó por retardar un poco más la llegada inminente a la provincia. Apenas quedaban 5 km para llegar a la capital y los carteles de carretera que anunciaban este hecho, ya no existían.

El bus "Transportes Salazar" entró por el carril derecho, en dirección "Polígono industrial/centro". A Celeste le costó un poco acceder a esa carretera y no solo por las grandes dimensiones del vehículo, sino también por la descomunal cantidad de coches que se encontró en segunda fila, estorbando el paso.

Lo que más llamaba la atención de aquellos vehículos era que no estaban ocupados por conductores, al menos aparentemente. Los automóviles invadían la mayoría de carriles. A las chicas les costó saber qué estaba pasando; la iluminación por aquella zona era totalmente nula. Lo poco que se veía era gracias a los faros de los coches que estaban por allí, que aún funcionaban.

—¡Hostia! Mira cómo está todo; patas arriba —indicó Silvia algo ofuscada por toda aquella situación—. Y esto no tiene pinta de moverse. Ni siquiera hay policías controlando el tráfico. Esto es un sindiós... ¡Pítales!

—¿Qué? ¿Tú te crees que pitando se van a mover más rápido?

—Sí —dijo sin dudar—. ¡Pítales!

—Con tal de no oírte... —la chica tocó el claxon del bus—. ¿Contenta?

—No sabes tú cuánto —ambas chicas observaron que no hizo nada el sonido del claxon pues los coches seguían en el mismo sitio—. Parece ser que no sirve de nada.

—Eso ya te lo he dicho yo. Espero que "Transportes Salazar" llegue hoy a su hora a la estación de buses —miró la hora desde su reloj de pulsera—. Uff... ya voy justa. Y me estoy poniendo nerviosa. Y me estás poniendo nerviosa tú. Y es que como no llegue a tiempo se va a liar, que lo sepas, se va a...

—¡Calma, compañera! —interrumpió su pequeña crisis nerviosa—. Intentaré averiguar qué pasa. Pero ya te digo, es una opción entre dos: uno, que el Córdoba haya perdido el fútbol y esto sea obra de unos hooligans; o dos, en la feria ha habido una gran estampida humana que hasta aquí ha llegado.

—¡Céntrate! Esto es muy serio —su amiga la miró seriamente en silencio.

—Estoy siendo seria, no hace falta que me lo digas así —Celeste sonrió por quitarle hierro al asunto.

—Perdóname, cariño, pero... nunca he llegado tarde y tengo miedo de lo que pueda pasar.

—Tú no te preocupes, que llegarás a tiempo, te lo prometo —prometió, regalando un abrazando a su amiga—. Bueno, como veo que ya estás más tranquila, voy a salir a ver qué ocurre, ¿vale?

—Muy bien. Yo seguiré intentando comunicarme con central, a ver si tengo suerte esta vez —relató. Seguidamente, apretó el botón para abrir la puerta delantera del bus—. Y si se te presenta la oportunidad, mete un poco de prisa.

Silvia bajó del bus, con intención de averiguar el por qué de esa gran cola de coches que no se movían ni un centímetro. De repente, un claxon de un vehículo cercano no paraba de sonar. La chica se acercó a ese coche a curiosear. Se sacudió un poco su chaqueta, pasó la mano por su pelo para dar una mejor imagen y dio unos golpecitos a la ventanilla del copiloto.

Red Night ZombieWhere stories live. Discover now