Capitulo único.

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El sol estaba particularmente brillante la mañana en que su padre había sido fusilado. Su sangre carmesí fresca sobre el pavimento, era un toque único de color entre la escala de grises de la desgastada ciudad. La única familia que le quedaba en el mundo estaba muerta y todo por atreverse a mirar al lado prohibido. El hombre había sido un estúpido insensato, pero insistía en que valía la pena. "No sabes lo hermosos que son", repetía cada día antes de usar su lugar como guardia de la frontera para explorar más allá.

Seokjin siempre creyó que su progenitor era un soñador, pero atreverse a fantasear era de verdaderos idiotas. Lo comprobó en primera instancia, aquella vez en que su amigo Jimin había desaparecido después de haber confesado la colección de escritos sobre el cuerpo omega que poseía. Le costó recuperarse de haberlo perdido pero aprendió la verdadera lección y su lugar en el mundo.

En todo caso, nunca en su vida había visto un omega así que realmente atreverse a fantasear con ellos era un juego ridículo. Vagamente cuando el profesor Minho descuidaba un poco el grupo y ellos se refugiaban lejos de las cámaras y micrófonos fue capaz de escuchar los rumores y hacerse una idea sobre ellos; seres de cuerpo extraño, con caderas grandes y un olor tan tremendamente dulce que se te hacía agua la boca. ¿Qué era lo fascinante sobre eso? Recordaba también las cicatrices que poseía en su espalda, luego de haber sido descubierto en una de esas conversaciones. Afortunadamente él siempre había sido fuerte, pero sus compañeros que entonces tendrían unos seis años, no corrieron con la misma suerte. Se sintió un superviviente, y decidió que lo sería el resto de su vida. Misma razón por la que ahora no vaciló cuando el oficial Minseok le había preguntado a qué salía su progenitor tan temprano en la mañana, el sólo respondió que no sabía pero que probablemente tuviera algo que ver con los omegas de las que tanto hablaba.

Se llevaron el cuerpo de su papá en una bolsa como las de basura y vagamente reconoció la pesadez de la culpa en su estómago. Pero la borró rápidamente en el momento en que un correo le llegó a su teléfono, su rostro se mantuvo estoico pero mientras leía iba empeorando; tendría que ocupar el lugar de su padre por sucesión, cómo era tradición.

A la madrugada siguiente, se colocaba el uniforme de su padre sintiendo una incomodidad enorme. Las náuseas llegaron a él cuando un pedazo de tejido blando apareció entre la axila, soltando su desayuno en el inodoro. Su padre había recibido un balazo en la cabeza y la espalda estaba llena de sangre seca. Aunque era nefasto, ese castigo era el más piadoso por no haber revelado antes los comentarios que escuchaba por su parte.

Así cumplió su capacitación toda la jornada, con miradas piadosas y sin ningún comentario. Conoció la frontera por primera vez; un muro ancho de concreto de unos diez pisos, constantemente vigilado. Su trabajo era pararse sobre él y disparar a cualquiera que tuviera la intención de intentar cruzar o sólo estar cerca de la zona sin razón aparente.

Una vez le habían permitido lavar el uniforme, las cosas se facilitaron. Entró a su rutina, cargando su arma como si fuera una extensión de su cuerpo y patrullando sin atreverse por equivocación a ver al otro lado. Eso siguió por varias semanas, hasta que le tocó el turno nocturno. La altura hacia que el lugar se sintiera terriblemente frío, incluso para un alfa que siempre tenía buen calor corporal y tan espesamente oscuro que sin tener miedo de la falta de luz aún batallaba con relajarse ante la posibilidad de que otro oficial se confundiera y le disparara, pues normalmente era difícil distinguir más allá de las sombras y tenían órdenes de matar, así, el que los oficiales nuevos terminarán víctimas o victimarios de una bala de otro guardia era común.

Esa noche parecía normal hasta que no lo fue. Tan distraído estaba mirando el lado de los hombres que no notó un cuerpo deslizarse desde el otro lado, golpeándolo por la espalda e inmovilizandolo. Cerró los ojos con fuerza, sabiendo que probablemente podría ser uno de sus últimos segundos con vida y pensó que al menos había logrado pasar los 20 años.

- Como hables, sucio alfa, te clavaré este cuchillo en la garganta. - sintió un ardor en su cuello pero su mente estaba demasiado confundida como para pensar en otra cosa que no fuera la aterciopelada voz agradable.

- ¿Eres un omega? - inquirió anonadado y el susodicho entonces le dió la vuelta, dándole una mirada suspicaz al verle el rostro.

- Se rumoreaba que los alfas eran estúpidos, pero no sabía la magnítud. - respondió. Él sólo podría admirar sus rasgos delicados y bellos, bajando por su cuerpo extraño en prendas negras, pero sin duda nada era más llamativo que sus labios carmesí. Viéndolos, entendió a Jimin y a su padre.

- ¿Cómo te llamas? Yo soy Seokjin - preguntó curioso, pues sabía que su muerte fue sentenciada desde la primera palabra del Omega.

- Jungkook, ¿Es que no me tienes miedo? - murmuró con el ceño fruncido pero bajando un poco la presión del cuchillo.

- Tenerle miedo a la muerte es tenerle miedo a la vida y ahora que morir es mi única certeza, ¿Por qué no vivir un poco? - replicó mirándolo aún más interesado. - ¿Qué haces aquí?

- Odio esta separación entre alfas y omegas, así que voy a matar los líderes. Hay una rebelión interna desde los omegas. - respondió en voz muy trémula.

Sin tiempo de procesar aquello, él captó una sombra detrás del muchacho. En un segundo, le había dado la vuelta y la cubrió con su cuerpo, recibiendo varios balazos en la espalda. Fue instintivo, como algo ancestral, darlo todo por proteger a su omega. Su vida desvaneciéndose ante la mirada atónita de él.

- Mátalos, Jungkook. - murmuró Jin con pocas fuerzas, con la vista fija en los cerezos carmesí. Jungkook se quedó sin aliento y sin pensar mucho dejó un beso sobre los labios mullidos de aquel alfa que lo había salvado.

El alfa se volteó disparando a sus compañeros para distraerlos, varios disparos golpeando su pecho. Por ese beso.... Su muerte valía la pena por qué contacto de labios con ese Omega.

Jungkook sintió algo en el pecho, una sensación demasiado extraña mientras se infiltraba en territorio alfa, tenía la certeza extraña de que se trataba de la muerte de Seokjin, lágrimas salieron de sus ojos. Aunque su pecho quemaba el seguiría adelante, no dejaría que la muerte de su alfa fuera en vano.

Carmesí ✘ jinkookWhere stories live. Discover now