El timbre de salida resonó por los pasillos avisando el fin de la última hora escolar de esta semana. Mucha gente amaba los viernes. Yo no. Es decir, si mi vida fuera "normal" probablemente si. Pero en mi caso no lo era así que no. No me gustaban porque los malditos matones que vivían para hacerme la vida imposible pensaban que no merecía pasar un buen fin de semana de modo que las lesiones eran más graves pero no demasiado. Me necesitaban en condiciones para el lunes.
Dentro del colegio mis matones no podían hacer mucho más que humillarme, empujarme, hacerme tropezar en los pasillos o cosas así porque siempre había un maestro que los suspendería y avisaría a sus padres. El verdadero infierno comenzaba cuando salía fuera del edificio. Mis acosadores tenían instinto animal y yo solo era la indefensa presa que debían cazar. Todos los días era lo mismo, yo me asomaba por las puertas del instituto y corría tan rápido como mis largas piernas me lo permitían, ellos jugaban a intentar atraparme y me perseguían por todo el patio delantero hasta que me arrinconaban o intentaba salir por la entrada/salida principal y ahí siempre había alguno escondido que esperaba a que pasara por ahí para agarrarme. Cuando me atrapaban, de un modo u otro, dos de ellos me sostenían los brazos mientras que los demás se turnaban para escupirme insultos en la cara y patearme, golpearme, sin que yo pudiera defenderme. A veces con suerte me tiraban al suelo y comenzaban a golpearme todos juntos y quedaba inconsciente, pero no siempre tenía esa opción, a veces solo se hartaban de golpearme y me dejaban ahí tirado sin fuerzas para levantarme y salir de ese lugar.
Esta vez quise intentar algo diferente de las demás ocaciones y salir por la puerta de atrás. Si tenía suerte esos idiotas estarían escondidos en la parte delantera del instituto y yo podría salir corriendo y tomar una ruta diferente que, aunque fuera más larga, sería menos dolorosa.
Me acerqué a la puerta de atrás e intente abrirla pero estaba con llave. Busqué al conserje y le pregunté si podría abrirme esa puerta y el hombre amablemente me escoltó hasta allí, me abrió la puerta y la cerró detrás de mi con un "suerte, niño". Seguro el señor había visto lo que me hacIan y se apiadó de mi, me alegré de saber que aún quedaba gente generosa y buena en el mundo. Pero la felicidad no duró mucho ya que uno de los matones que estaba fumando un cigarrilo me vió y les avisó a los otros.
-¡¡Eh, marica!! ¿¡A ti quien mierda te ha dejado salir!? -gritó otro de ellos.
Yo solo los miré paralizado. Esto no estaba en mis planes. De todas formas no dejaría que me atrapáran tan fácilmente. Empezé a correr por la vereda de esa larga calle escuchando las pisadas de los que eran mis persecutores, aceleré y corrí a lo que me dieron las piernas.
-¡¡No te escaparás maricón!! - gritó alguno de ellos y, a juzgas por la distancia a la que se oyó el grito me estaban ganando terreno. Las cosas no estaban saliendo acorde a mis planes, yo era más rápido que el promedio de los chicos, pero estos se entrenaban todos los días, y estaban bien alimentados.
Sentí cómo me tomaban del brazo y me preparé mentalmente para la golpiza que me darían. Me hize una bolita y esperé que llegara el primer golpe, el primer golpe es el que más duele.
Dolor.
Una punzada que se extiende como fuego naciendo en la espalda baja.
-¿De verdad pensaste que te escaparías, maricón? - dijo el que reconocí como Matthew.
-Matt, estámos en medio de la calle y la gente nos mira mal. -dijo otro.
-¿Y qué? ¿¡Alguno de ustedes va a detenerme!? -les gritó a las personas que pasaban por ahí, que simplemente voltearon su mirada y evitaron la de Matthew- Eso creí.
-Matt, hagamos esto rápido y vámonos, creo que esa mujer llamó a la policía.
-Mierda... Bien, acabemos con esto y larguémonos de aquí.
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Self-harming ~ Larry
RandomHarry estaba harto de su vida. Sus amigos lo habían abandonado. Su padre lo maltrataba. En el colegio era el centro de las burlas. Todo por ser como es. Por ser homosexual. Harry piensa que su vida ya no vale nada y basado en esta teoría decide d...