"La suposición del entrometido"

3.6K 268 495
                                    

Un día común en un momento casi aleatorio del día dentro de la escuela. Aparentemente no hay nada de especial dentro de los salones, de los pasillos o hasta en la sala de profesores.

O eso es algo que le gustaría decir a Hakuji de no ser por algo que claramente le quitaba lo "común" del día y esto era la nada discreta mirada de enamorado que su gemelo Akaza le brindaba al profesor de historia. ¿Hace cuánto lo notó? Afortunadamente no muy tarde como para que su hermano haya hecho alguna tontería en la que él tendría que participar gracias a sus descuidos. Agradecía que Akaza por lo general fuera tan obvio
Sí, la obviedad que irradiaba el pelirrojo sobre su fuerte atracción (o mejor dicho, obsesión) hacia el rubio de mechas rojizas quizás era algo evidente para Hakuji. Akaza pensó que lo apoyaba, de alguna u otra forma, aunque ese tipo de relaciones entre alumno/profesor fueran realmente problemáticas y penalizadas en algunos de los casos.

Lo odiaba, en verdad, ¿por qué tenía que acomodarse a leyes con las que no estaba de acuerdo? Reglas que, bueno, lo alejaban todavía más de cumplir con el objetivo de ser el amante de Kyōjurō Rengoku. Sin poder quitarle la mirada de encima al profesor de historia, Akaza sonríe ensimismado, pero luego desvía la mirada en dirección a su hermano. Hace una seña, silencioso

— Psss —siseó, bajito, su hermano estaba ubicado en el pupitre al lado del suyo—, escuché que Kyōjurō tendrá la tarde libre, pero desconozco los detalles. Pienso faltar esas horas, ¿me cubrirías? Quiero saber qué hará él.

La curiosidad lo carcomía.
Akaza no tendría reparo en seguir al profesor, eso era lo menos, pero tendría problemas si el rubio lo descubría. Tenía en mente disfrazarse, buscar un atuendo adecuado que no lo delatara...
Pedirle ayuda a Hakuji era una buena opción.

Una vez la clase concluyó y la mayoría de estudiantes recogían sus pertenecías, el pelirrojo se apresuró hasta ir con su hermano. Koyuji también estaba a su lado, así que la saludo como de costumbre.

— Préstame una gorra, puede ser la de deportes. ¿A ti te toca hoy, no? Haz el sacrificio por mi —una sonrisa pícara se extendió sobre los labios de Akaza, quien al parecer se dio cuenta de que el profesor estaba de espaldas tomando sus documentos para irse—. Vamos, hermano. No queda tiempo.

Ahora se preguntaba por qué rayos tenía que ayudarlo si estaba el maldito riesgo de que todo terminara mal.

— Prométeme que no tendré que verte en la comisaría por alguna estupidez. —dijo sacando una gorra de su mochila. Sabe que se arrepentirá de eso si llega a salir mal... y por el bien de Akaza, rogaba porque no saliera mal.

Akaza parpadeó, tratando de ocultar una risita y, asimismo, negó.

— Nada de eso pasará, confía en mí —qué hermano de poca fe tiene, pensó entonces. Tomó la gorra y la ocultó en su bolsillo, iría a buscar su mochila. Allí tiene ropa diferente, sabe que no podía ir por ahí con el uniforme escolar—, te llamaré si necesito algún consejo, ¿vale?

Akaza debía apresurarse, el profesor de historia estaba por dejar el aula.

— Vale. —respondió con un suspiro. Por si acaso, se asegurará de estar listo en el caso de que Akaza le pida ayuda por haber sido casi descubierto o hasta esté en una persecución con algún oficial.

Una vez salió y consiguió su bolso, cambiarse de ropa fue pan comido. Evadir a Murata, un mocoso insufrible parte del consejo estudiantil, para salir de la escuela sí sería algo problemático. Akaza se tomó unos minutos para pensarlo hasta que finalmente en su mente afloró una idea. ¡Exacto! podría saltar por el estacionamiento del instituto, quizás, si se subía sobre algún carro, podría saltar el muro sin problemas.

"La suposición de Akaza"Where stories live. Discover now