• - D I E C I S É I S - •

Start from the beginning
                                        

— ¿Porqué, te hiciste pis encima? — Dante rió. — Pensé que ya habías pasado esa etapa, Eve...

— No, idiota. — Rodé los ojos con fastidio y tardé un poco en responder mientras inventaba alguna razón lógica. — ¡Se me cayó el café encima!

Me alegré al saber que la mentira no había sido tan mala, pero toda mi ilusión se vino abajo cuando la expresión de mi hermano no estaba para nada convencida de eso.

— ¿Y por qué te pones tan feliz...?

Bueno si, me había emocionado un poco por no ser una inútil una vez en mi vida, pero no sirvió de nada porque había vuelto a meter la pata.

— Anda a mear y dejá de joder, Dante. — Respondí tratando de sonar molesta para desviarlo de la conversación, y cerré la puerta de mi habitación lentamente para que Karina no despertara de su quinto sueño.

«Hubiera dicho eso desde el principio» Pensé con poca importancia.

Luego de algunos minutos, escuché el botón del baño y los pasos de Dante volviendo a su habitación. Ya no había peligro, y me tranquilicé completamente echando un gran suspiro de alivio.

— Ya podes salir. — Dije susurrando contra la puerta del placard, pero no recibí respuesta. — ¿Valen...?

Abrí la puerta lentamente y oí un ronquido que venía de adentro. Miré sorprendida al castaño, apoyado contra la pequeña madera del costado del mueble, durmiendo como si fuera un bebé en la cuna más cómoda del mundo.

Sonreí de forma divertida, y toqué su brazo suavemente para poder despertarlo. No podía dejarlo ahí, ni tampoco podía alzarlo y que me provocara una hernia, así que no tenía otra opción.

Comencé a sacudirlo lentamente para no asustarlo, pero al ver su rostro, me distraje por un momento de todo. Se me hacía muy tierno verlo de esa manera, y mucho más por la situación en la que estaba. Sus pestañas se destacaban más al tener los ojitos cerrados, y me encantaban. Todo de él me encantaba, y poder apreciarlo desde aquel aspecto tan tranquilo y vulnerable me causaba una sensación en el cuerpo de querer abrazarlo y quedarme con él siempre para que nada malo le pudiera pasar.

Alrededor de algunos segundos, sus ojos azules comenzaron a abrirse con lentitud, mirándome raramente mientras trataban de asimilar el lugar y el momento en donde se encontraban.

— Anda a la cama, salamin. — Dije con calma, al mismo tiempo en que Valentín trataba de salir del mueble y pararse totalmente.

Cuando terminé de armar las frazadas por completo, el castaño se tiró, como una morsa, encima de la cama, y se tapó hasta el cuello para no tener frío. Yo comencé a caminar hacia la puerta al ver que ya estaba todo bien, pero cuando quise girar para irme, sentí su mano suavemente reteniendo mi muñeca.

— No te vayas, porfavor. — Me dijo en un tono ronco gracias al sueño que lo invadía, logrando que mi corazón palpitara cada vez más rápido. — Quedate conmigo.

Solté una pequeña risita que lo hizo sonreír con esperanza, y pensé un poco lo que iba a hacer para después no arrepentirme.

— No puedo quedarme. — Le contesté con todo el dolor del mundo, y con mucha fuerza de voluntad para que su simple voz no me dominara por completo.

— No hace falta que te acuestes al lado mío, Eve. — Respondió abriendo un poco sus ojos para mirarme, rogándome con la mejor cara de perrito mojado que pude ver. — Solo quiero que te quedes.

Yo eché un suspiro, algo apenado por mi decisión, y asentí. No podía dejarlo solo, y menos si me lo pedía de esa forma; sus ojos y su voz tenían un poder sobre mí que me hacían desvanecer en cuestión de segundos. Estaba enamorada, y por más que quisiera, no podía hacer nada con eso, sentía algo tan fuerte por Valentín que nada ni nadie podría romperlo, ni siquiera yo...

• c u p i d o ; wos •Where stories live. Discover now