Trago saliva. Sé que desataré un cuestionario maternal interminable si le respondo, pero igual lo hago.

—Matt.

Isabella alza una ceja. Después, sonríe con picardía. Oh no, aquí viene el cuestionario.

—¿Qué se traen ustedes dos?

¿Qué nos traemos? Me debe la vida a causa de este estúpido juramento y yo disfruto de sus waffles con dulce de leche y frutas. Solo eso nos traemos.

—¿Se conocían desde antes? ¿Por qué te asustaste cuando lo viste? Emma, sé honesta conmigo—insiste Isabella.

—Bien, pero debes prometer no alarmarte.

Mala elección de palabras, Emma. Isabella abre mucho los ojos, asustada y todavía no le he dicho nada.

—Ayer cuando fui a comprar la cinta adhesiva a la más remota ferretería que mis sentidos lograron encontrar, Matt estaba ahí y fuimos víctimas de un robo a mano armada.

Sé que el corazón de Isa debe estar acelerado ahora mismo, lo puedo percibir en su cuerpo, que también ha empezado a temblar.

—¡¿Qué?!—grita sin disimular—. ¡Dios mío, Emma! ¿Por qué no me contaste?—se le está empezando a inflar la vena en su frente. Eso solo sucede cuando está muy alterada. Cielo Santo, voy a matar a Isa de un derrame cerebral.

—¡Pero estamos bien!—trato de calmarla—. Solo digamos que...—no sé cómo decirle lo que sigue—. Matt pudo haber muerto de no ser porque usé una caja registradora de metal para evitar que la bala lo tocara.

Sigo eligiendo la peor combinación de palabras para contar una mala noticia. ¿Es que hay una buena combinación?

Isa está temblando.

—¡Emma!—solo grita.

—¡Estamos bien!—repito abrazándola, tal vez así se relaje un poco—. Es solo que ahora Matt piensa que tiene que pagarme el haber salvado su vida y me está tratando excesivamente bien—digo rápidamente en su oído.

Un silencio invade el lugar. Isabella se separa de mí, me mira fijamente a los ojos y entonces, suelta la carcajada. ¿Cree que esto es gracioso? Por lo menos lo tomó mejor de lo que esperaba.

—Me estás tomando el pelo, amiga.

¡No! ¿Por qué mentiría en algo así?

—Hablo enserio—aseguro, seria.

Isabella se pasa los dedos sobre los ojos, que se han aguado de tal risotada. Niega repetidas veces con la cabeza, me abraza cálidamente y se separa otra vez para luego supervisar lo que hacen los uniformados. Lograron colocar la fuente en el lugar exacto donde ella quería.

Ahora solo me sonríe vigorosamente.

—Te creo lo de robo y eso—dice despreocupada—. Lo que no creo que sea cierto es que Matt te trate bien solo por el juramento. Es solo una excusa para acercarse a ti, querida Emma.

Yo opino lo mismo, pero Matthew Sinclair se ve muy aferrado a su tonto juramento. No quiero ni entablar una amistad con un demente así.

—¿Por qué él haría eso?—me siento avergonzada.

—Porque eres preciosa, amiga—dice y me apeno todavía más—. Y Matt es un gran muchacho, ¿no te gustaría salir con él?

Ni loca.

—No.

Isabella ríe otra vez.

—¿Por qué no?

Factura al corazón © DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora