Draco Malfoy - Efecto Azkaban [TERMINADA]

I. Caso reabierto

Primero que nada, los personajes no me pertenecen, solo los uso para nuestra entera satisfacción. 

Después, me gustaría contarles que hace muchismo tiempo tengo ganas de escribir algo sobre Draco saliendo de azkaban, y al fin e comenzado algo más o menos digno de salir de mi colección de textos que nunca verán la luz del sol.  

Así qué, con ustedes: Draco Malfoy: Efecto Azkaban. 

.1.

Caso reabierto

Draco dejó que lo jalaran del brazo para sacarlo fuera del ascensor. Los aurores lo arrastraron por el camino, haciendo que sus piernas se pusieran una por delante de otra, mismo cuando era más lento en ese movimiento que los que lo llevaban.

A decir verdad llevaba bastante tiempo sin caminar. En su celda de Azkaban pronto había aprendido a quedarse quieto, callado, inexistente. Y ahora, tenía que volver a sostener su peso sobre sus pies, y a dar un paso detrás del otro, tarea que se le antojaba más ardua de lo que debería. Eso explicaba por qué terminaron por arrastrarlo cuando sus músculos se rindieron y estuvo seguro que no podría seguirles el ritmo.

Así fue como Hermione lo vio entrando en la sala. Los aurores lo arrastraban, sus pies rozaban el suelo, mientras dos aurores cinchaban desde sus brazos. El rubio no imponía resistencia, de ningún tipo, solo se dejaba conducir, y por un momento estuvo segura de que estaba inconsciente, y se preguntó si podrían juzgar a alguien en esas condiciones. Pero su pregunta mental quedó respondida cuando lo arrojaron a la pequeña celda y él se removió en su lugar. Tosió un par de veces, doblándose sobre sí, hasta detenerse y arrastrar su cuerpo hasta chocar con las rejas. Se alejó de estas, visiblemente asustado, y dobló sus rodillas sobre su pecho. En ningún momento miró a su alrededor. Permaneció con la mirada baja.

Hermione aprovechó la oportunidad previa a que el juicio comenzará para analizarlo. Hacía bastante que no veía a Draco. La última vez, casualmente, había sido en ese mismo lugar. Esa especie de jaula mágica que habían mandado construir para juzgar a los mortífagos de guerra que solían ser, por lo general, más agresivos.

Ahora, cinco años después, se encontraba de nuevo justo en el mismo lugar, repitiendo su encuentro. Aunque se podía decir que en ambas ocasiones resultaba ser de lo más amargo.

No era obligatorio asistir al juicio de Draco como lo había sido en el pasado, dónde Hermione sirvió de testigo a favor de él, pues no creía que se merecía una sentencia definitiva en una de las cárceles más horribles del mundo mágico. Pero su testimonio no sirvió de mucho. El de Harry ayudó a Narcissa que recibió una condena de un año a domicilio. Pero Draco llevaba la marca tallada sobre su piel.

Azkaban estaba abarrotada, no había lugar para nadie más. Los presos de guerra ocupaban cada milímetro del lugar, por lo que se habían tomado medidas. Hace un año se comenzaron a reveer los casos. Algunos, llamados críticos, recibían el beso del dementor, otros, obtenían una segunda oportunidad. Con condiciones y limitaciones, pero era una posibilidad de salir de Azkaban.

Draco era uno de esos casos. Se había hablado del asunto en todos los medios de comunicación mágico desde que se difundió que su caso sería uno de los reabiertos. Se programaría una nueva audiencia, se analizarían los cargos, y se establecería un acuerdo con el acusado. Al menos así lo planteaba Rita Skeeter. Pero muchos no estaban de acuerdo. El apellido Malfoy se arrastraba por el lodo, y muchas brujas y magos los repudiaban. Muchos de los que habían acudido al tribunal hoy tenían la esperanza de ver al menor de los Malfoy recibir el beso del dementor.