El Diario de Alex

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ATENCIÓN

En esta historia se entremezclan el amor y el espionaje, el deber y el querer, el corazón o los principios. Emma deberá pensar muy bien su elección, pero no será la única en este aprieto.

No prometo un final feliz, tampoco prometo un final.

Luego de la Tercer Guerra Mundial, ya nada fue igual.

Todo comenzó un 17 de mayo, cuando Estados Unidos le declaró la guerra a China. Dos días antes, China había lanzado un misil que impactó en la costa oeste, más precisamente en San Francisco, donde luego se supo que estaba resguardado el presidente debido a la posibilidad de que bombardearan Washington. Solo sus agentes tenían esa información, pero, al parecer, el gobierno chino lo sabía también.

Recuerdo cómo meses antes se decía que se trataba solo de un altercado diplomático. Estaban convencidos de que no pasaría a mayores, y subestimaron el conflicto. Luego, de un momento a otro, eramos partícipes de una guerra armada.

Tras ese primer ataque chino (en el que el presidente quedó aparentemente ileso), el gobierno estadounidense no hizo otra cosa más que responder. Y desde ese momento se formaron bandos:

Los Asiáticos, liderados por China y Rusia, con aliados en todo el medio oriente.
Los Diplomáticos, en cuyo discurso aseguraban querer acabar con esta guerra, pero en la práctica no hacían más que agravarla. Estaba liderado por Estados Unidos, y conformado por países europeos y unos pocos americanos y africanos.

Totalmente impensado, ¿verdad? En la conformación de las alianzas se hicieron muchas promesas, muchos contratos, el dinero iba y venía, pero las vidas no hacían más que irse. Pero estas alianzas poco tardaron en destruirse entre sí, a causa de sus inescrupulosos intereses.

También existía un tercer grupo, más numeroso y más odiado: los Pacificadores. Eran los países que no habían optado por un lado ni por el otro, quienes juzgaban el accionar de ambas partes. Intentaron unir sus fuerzas y sus ingenios para detener la guerra, pero aún, pasado mas de un año, seguimos igual. La gente sigue viviendo en la miseria, viendo como miles de personas tratan de sobrevivir sin un sistema sólido que los sustente, sin la seguridad de que tendrán comida al día siguiente, o siquiera si seguirán con vida.

Ese 17 de mayo, cuando la ONU declaró el estado de Alarma Mundial, fue el día de mayor miedo e incertidumbre de mi vida.

Claramente vivir en un refugio subterráneo y convertirme en soldado nunca habían sido escenarios posibles para mi futuro. Solo eran cosas que pasaban en las películas distópicas. Ahora puedo decir que todo es distópico, hasta que se convierte en tu día a día.

La nuestra, es una realidad distópica.

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