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© 💌-𝑬𝒍 𝒓𝒆𝒈𝒓𝒆𝒔𝒐, 𝒑𝒂𝒓𝒕𝒆 1∵∷·

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𝐙𝐞𝐧𝐢𝐍𝐞𝐳𝐮

𝐸𝑛 𝑒𝑠𝑡𝑒 𝑒𝑠𝑐𝑟𝑖𝑡𝑜 𝑠𝑒 𝑚𝑒𝑛𝑐𝑖𝑜𝑛𝑎𝑛 𝑒𝑣𝑒𝑛𝑡𝑜𝑠 𝒉𝑖𝑠𝑡𝑜́𝑟𝑖𝑐𝑜𝑠 𝑦 𝑑𝑒 𝑎́𝑚𝑏𝑖𝑡𝑜 𝑚𝑖𝑙𝑖𝑡𝑎𝑟 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑒𝑛 𝑠𝑒𝑟 𝑒𝑟𝑟𝑜́𝑛𝑒𝑜𝑠. 𝐶𝑜𝑛 𝑒𝑙 𝑓𝑖𝑛 𝑑𝑒 𝑛𝑜 𝑐𝑜𝑚𝑒𝑡𝑒𝑟 𝑚𝑢𝑐𝒉𝑜𝑠 𝑒𝑟𝑟𝑜𝑟𝑒𝑠, 𝑛𝑜 𝑝𝑟𝑜𝑓𝑢𝑛𝑑𝑖𝑐𝑒́ 𝑚𝑢𝑐𝒉𝑜 𝑒𝑛 𝑒𝑙𝑙𝑜.

𝐴𝑑𝑒𝑚𝑎́𝑠, 𝑠𝑒 𝒉𝑎𝑟𝑎́ 𝑢𝑛𝑎 𝑙𝑒𝑣𝑒 𝑎𝑙𝑢𝑠𝑖𝑜́𝑛 𝑎 𝑎𝑏𝑢𝑠𝑜 𝑑𝑒 𝑎𝑢𝑡𝑜𝑟𝑖𝑑𝑎𝑑, 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑟 𝑦 𝑎𝑏𝑢𝑠𝑜 𝑠𝑒𝑥𝑢𝑎𝑙.

𝑆𝑒 𝑟𝑒𝑐𝑜𝑚𝑖𝑒𝑛𝑑𝑎 𝑑𝑖𝑠𝑐𝑟𝑒𝑐𝑖𝑜́𝑛.
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—Prometo que volveré. —le dijo con una de sus sonrisas sinceras. —Cuando regrese, nos vamos a casar y tendremos una familia. Te lo prometo.

Ella no entendía mucho de la guerra. No sabía por qué había comenzado ni nada de lo que pasaba en el exterior. Creía que era absurda. Pero como siempre, si en una guerra no se lastimaba a los inocentes, entonces no era una guerra real. Lo único que sabía era que ese conflicto que poco tenía que ver con ella, había asesinado a su familia en Hiroshima. Ella se salvó porque estaba visitando a su cuñada Kanao en otra ciudad.

Su hermano mayor, Tanjiro, así como sus amigos de la infancia, Inosuke y Zenitsu, se habían enlistado en el ejército para esa guerra, como muchos otros miles de jóvenes a lo largo de todo el país. ¿Por qué? No terminaba de entenderlo. Fue sólo ocho meses antes del desastre de Hiroshima y Nagazaki que tomaron la decisión de ir. Lograron estar presentes para el parto de Kanao, antes de partir. En medio de la guerra, fueron felices por un periodo de tiempo.

Pero ya había pasado un año entero de su partida, y ellos no habían regresado, aún cuando la guerra ya había terminado. Incluso cuando muchos otros soldados ya habían regresado, en pedazos, en un cajón, o milagrosamente vivos. Ellos no habían regresado. Al principio recibieron cartas, que dejaron de llegar a los tres meses.

"Pero deben volver" se repetía cientos de veces al día. "Zenitsu debe cumplir su promesa".

Las tres juntas vivían en una aldea en las afueras de Kure. Sin embargo, cuando terminó la guerra los habitantes comenzaron a dejar el lugar debido a las malas cosechas. Ellas se trasladaron a Kure, donde fueron recibidas por una tía de Aoi que tenía un restaurante. Había un puerto marítimo donde llegaban casi a diario soldados y cartas, esperanzadas de que los chicos volvieran o al menos noticias de ellos.

Mudarse fue un arriesgado movimiento. Poco después de su llegada, cuando ocurrió la intervención de los estadounidenses, se estableció un cuartel militar con un pequeño escuadrón en la ciudad. Las autoridades locales hicieron un trato con la tía de Aoi para que les diera comida, y ellos les facilitaron los alimentos, por lo que el restaurante no quebró y ellas no murieron de hambre. Pero no era secreto para nadie los crímenes que estaban cometiendo los estadounidenses por todo el país, y ellas eran un blanco fácil.

Pero, todas las tardes, cuando el sol se ponía, Nezuko iba en secreto al puerto y se paraba en el muelle hasta que dejaba de haber luz. Miraba el cielo, y lo que había más allá, esperando y deseando poder volver a ver a sus hermano, a su prometido y a su amigo. El sol dando su último brillo del día, le recordaba a Zenitsu.