Cap.1 - Frío Despertar,

558 59 20
                                    

Sentía frío, mucho frío cuando desperté en un lugar diferente al cual había despedido la noche anterior. Mis ojos recorrieron la sala blanca con terror. ¿Dónde estaba? ¡Esa no era mi casa, ni mi habitación!

Rápidamente me levanté del suelo donde me encontraba arrojado y vi con horror que estaba en una heladera de carnicería totalmente vacía. Me sentía inmerso en una mala broma, en algo que deseaba terminara en pocos segundos. Pero no, eso recién empezaba.

-¡Chicos, si son ustedes no es gracioso! –dije con la voz temblorosa, tal vez la noche anterior mis amigos habían decidido enseñarme una lección... ¿Pero qué jugarreta podía ser el dejarme toda una noche muriéndome de frío?

Tosí, abrazándome a mí mismo mientras caminaba por la sala cubierta de blanco. Vi mis pisadas descubrir un círculo casi perfecto por la habitación cuadrada, que me encerraba cada vez más.

-¡Déjenme salir! –rogué golpeando una pared a mi lado, sintiendo el frío lacerar mi piel igual de helada- ¡Por favor...!

Comenzaba a perder la cordura, cuando vi un bulto pequeño sobre el frío suelo. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, esa pequeña figura me recordaba a mi hijita, durmiendo en su cuna.

Por favor, no... Rogué para mis interiores, mientras mi mano temblorosa se hundía dentro de la escarcha para tomar aquello. Fue una gran alegría lo que llenó mi corazón cuando pude ver que lo único allí presente era una grabadora. Y la alegría se borró al instante en que mis neuronas lograron hacer sinapsis unas con las otras.

-¡No! –gemí, llorando prácticamente y con los ojos muy abiertos. ¡Eso era como... en esa morbosa película! Mi corazón se paralizó, aunque seguía esperando que todo fuese una mala, muy mala broma.

Mi dedo pálido fue el valiente en oprimir el botón de encendido, dejando que la cinta se moviese muy rápido, más rápido de lo que me hubiera gustado; más rápido de lo que podía soportar.

Quiero jugar un juego contigo, Gerard. Toda tu vida has pasado destruyéndote de una forma u otra. Hoy tendrás que aprender las consecuencias de tus decisiones. Una puerta se abrirá y te esperarán cuatro cuartos, en cada uno de ellos encontrarás a alguien que pagó por lo que tú has hecho.

-No, no, no, no, no, no, no –hipé, negando con la cabeza. Eso no podía estarme sucediendo a mí, no podía ser a mí que ese desquiciado quería ver muerto. ¡No era justo! Además, ¡se suponía que eso era sólo una película!

Una puerta oculta se abrió delante de mis ojos, dejando a la vista otra habitación idéntica a la que me encontraba. Mis pasos fueron temblorosos e inseguros, mi ropa no aguantaría mucho tiempo ahí pero me aterraba lo que pudiera llegar a encontrarme del otro lado.

Cerré los ojos mientras cruzaba el umbral y sólo me atreví a abrirlos cuando escuché la puerta cerrarse con un gran crujido.

-¡Por favor, por favor! –escuché el lamento de una mujer y mi mirada vagó por la habitación hasta encontrar un bulto en una esquina.

Corrí hacia ella como si fuera la única salida allí, no quería estar sólo en esto.

-¡Señora, tranquila! –dije agachándome a su lado y tocando lo que supuse sería su hombro. Sin embargo, en cuanto hice eso, la mujer me empujó con todas sus fuerzas obligándome a caer sobre el piso. Me había descuidado, en un juego donde podía perder la vida: me había descuidado.

Intenté levantarme despavorido, cuando noté que la mujer corría tocando la pared de la habitación. Ella estaba tan presa en ese lugar como yo.

-Señora... cálmese –susurré, cuando vi una grabadora colgando en el centro de la sala. ¿Cómo no la había visto antes?

Juguemos Un Juego.- Frerard -Where stories live. Discover now