Hey! I'm your fanboy.

Start from the beginning
                                    

—Claro que no, ahí está. —Por mucho que él apuntase, Shorter no pudo distinguir a las pequeñas hormigas que bailaban en el escenario—. ¡¿Lo viste?! ¡Él me miró! —La mueca de desagrado fue grosera y bruta.

—¿Entonces te lo quieres coger? —El rubio se atoró con sus propios gritos ante tan descarada interrogante, el calor le quemó desde la nariz hacia las orejas.

—No es eso. —El cansancio en sus brazos arrastró al cartel hacia las graderías inferiores—. Yo lo admiro, creo que su música es genial. —La incredulidad en el rostro de su mejor amigo le pareció molesta.

—Claro. —Él alzó una ceja. Ash odiaba estar teniendo esta conversación en medio de tan despampanante presentación, si lo seguía distrayendo él se perdería el cambio de vestuario—. ¿De la manera más heterosexual posible?

—Exacto. —Él asintió, con seriedad.

—¡Ash, está mirando para acá! —Como si fuese un gato en alerta él volteó su rostro hacia el escenario, frenético.

—¡Eiji! ¡Eiji, te amo! —La carcajada de Shorter Wong le hizo añicos el orgullo.

—Súper heterosexual. —Él se tuvo que apretar el vientre para contener el estruendo de su risa, lágrimas bordearon desde sus mejillas hacia su mentón—. Si las chicas de la facultad supieran esto perderías tu reputación. —La humillación le ardió en las venas.

—¡Que no es eso! —Él bufó, tratando de concentrarse en el concierto.

No era su culpa que Eiji Okumura fuese el hombre más lindo sobre la faz de la tierra, no tenía nada de malo contemplar semejante belleza y encandilarse por el talento.

¿Verdad?

Mudarse a Tokio fue una odisea, aunque la oferta laboral que le hicieron a Griffin fue un buque de estrellas él no estaba listo para el shock cultural. Por muy inteligente que fuese Aslan aún le costaba adaptarse a las costumbres tan rígidas que Japón ofrecía y a lo minucioso del idioma, porque para él era una ridiculez que una palabra se pudiese escribir de tres diferentes maneras con trazos tan similares. Ahogarse fue inevitable dentro de ese apartamento, él había quedado en una excelente universidad, no obstante, no se lograba acostumbrar. Refugiarse en sus escritos y plantar un campo de espinas a su alrededor lo hizo profesarse a salvo.

¿Cuándo se enamoró de su música?

Él lo vio por casualidad en la televisión mientras Griffin preparaba la cena. Lo que él sintió cuando Eiji Okumura subió al escenario fue indescriptible, el estómago le revoloteó con chispas, el corazón le palpitó con ferocidad, la garganta se le cerró, las manos se le crisparon contra las rodillas. La imagen fue sublime. ¿Cuántas horas lo estuvo viendo? ¿Dos? ¿Tal vez tres? Él no lo supo ni tampoco le importó, porque su expresión fue maravillosa, eso lo atrapó. Aslan Jade Callenreese no sabía que los humanos podían volar hasta que lo contempló cantar. En ese momento supo que admiraría con una devoción inquebrantable al «Fly boy»

Y lo que comenzó como un inocente fanatismo se le salió de las manos. Su habitación se hallaba plagada con los posters del idol, sus ahorros se esfumaban en boletos de concierto, su celular se encontraba repleto de sus canciones, él era la musa de sus escritos, la inspiración para sus latidos, su delirio pecaminoso. Pero Shorter tenía razón, no podía dejar que ese chico le costase su reputación, necesitaba imponer respeto.

—¿Aslan, a dónde vas? —Y esconderse en la biblioteca de la facultad era su mejor opción.

—No me puedo concentrar. —Griffin suspiró, despegando su atención del ordenador.

—¿No puedes escribir? —El más joven asintió—. Bien, pero no llegues tarde, hoy prepararé algo delicioso para cenar. —Él sabía que a su pequeño hermano le estaba costando el cambio cultural, darle la libertad para enamorarse de Tokio era su estrategia secreta.

Color Club: Dandelion | Ash Lynx.Where stories live. Discover now