Así que con cinco años era normal que llorara cada vez que Eijirou y Katsuki se iban con su hija un año mayor que él.

– ¿Quieres ir al parque? ¿Bailar un rato?

– Nop, es aburrido. Y cuando bailamos siempre ganas –el pequeño se cruzó de brazos, amenazando con llorar otra vez y Denki se comenzó a desesperar.

– ¡Hanta, Hanta, ayuda!

El recién llamado apareció desde la cocina secándose las manos con una toalla e intentó animar a su hijo.

– ¿Y qué quieres hacer, peque?

Naoko los miró de uno en uno y los mayores se asustaron por lo que fuera a decir.

–Quiero una hermanita.

Soltó una risita ante el recuerdo, el embarazo lo ponía nostálgico.

– Se ve delicioso, Amor.

Hanta extendió la mano para agarrar el plato. Pero antes de siquiera tocarlo el otro le largó un manotazo.

– No es para ti, es para Emiko.

– Oh –Sero hizo un puchero mirando con ojos tristes a su hija– no es para mí, que mal.

– Si quieres lo podemos partir a la mitad, Pa –río la menor.

–Gracias, Emi –el azabache agarró el sándwich y dejando a Emiko en el piso lo partió por la mitad para darle un pedazo a la niña.

– ¡Y luego cazamos mariposas! – gritó Emi.

– Y luego cazamos mariposas. – afirmó Hanta con una sonrisa.

Naoko se notaba un poco ido, pero Hanta pareció no darse cuenta asique se fue a cazar mariposas con la pequeña rubia pidiéndole por favor que gritara si pasaba algo.

– Nao– llamó Denki.

El niño volteó para mirarlo.

– ¿Si?

– ¿Estas bien, peque? ¿Te gusta este lugar?

– Sí, es lindo. Me gusta.

Denki soltó una risa, y arrugó la manta entre sus dedos.

–Es un lugar especial –su hijo le miro sin comprender– aquí fue mi primera cita con tu Papá. En esta misma manta, viniendo en esa misma chatarra– señaló la camioneta verde– nos escapamos del baile de graduación– La camioneta se averió de camino a la playa y terminamos acá, con girasoles y el cielo lleno de estrellas, ambos de traje. Fue un buen día...
Le dio un mordisco a su sándwich, lo mastico y siguió hablando.

–Tu papá y yo éramos muy buenos amigos. Hacíamos todo juntos y nos encantaba pasar el tiempo con el otro. No estoy seguro de cómo fue, pero me enamoré de él.

Naoko se recostó en la manta de costado, mirando hacia él con los brazos bajo el cabeza, concentrado.

–Podía pasarme horas escuchándolo hablar de plantas y no me aburría. Es muy atento y se preocupaba por mí. Por eso me enamoré de él.

– Papá ama demasiado a las plantas– el azabache sacudió la cabeza con una sonrisa y Denki se río con él.

– A tu abuela le gustaban mucho y ellos se comunicaban a través de ellas, es algo hermoso. Y Hanta lo sigue haciendo, las orquídeas que les regala a ti y a tu hermana cuando comienzan las clases en primavera significan, amor, buena suerte y éxito.

La cara de Naoko pasó a ser un ceño fruncido, probablemente apenado, ya que siempre se avergonzaba de las flores que les daba su padre al empezar la escuela, y nunca había sabido por qué lo hacía.

Sempiterno | Serokami Week 2021Where stories live. Discover now