-Lo siento, Jonah, por intentar matarte.

-Lo siento, Maine, por golpearte las tetas.

Mamá parece satisfecha.

-¿Ven que no era difícil? ¡Quiten esas caras! Entremos.

Jonah intenta abrazarme pero lo empujo muy muy lejos y subo a mi habitación. No tenía ocupaciones además de mi página en Instagram, de modo que las tardes se me hacían eternas. Siempre me proponía cumplir ciertas metas, como hacer yoga, meditar o incluso aprender a dibujar, pero terminaba durmiendo con mi gata al lado.

Creía que esto de tener sueño a cada rato era un relajante defecto con el que nací, pero en realidad no es más que la depresión haciendo lo suyo. La depresión da mucho sueño.

La hora de alistarse para mí salida casual con Edmund llega a las seis de la tarde. El dilema empieza, ¿Qué me voy a poner? Di vueltas y vueltas por mi habitación. Nada me gustaba, nada, mi ropa acababa de convertirse en una inmensa desconocida. Una voz en mi cabezota me decía "más vale que sea algo bonito. Pareces una bruja"


En mi opinión la única bruja era esa voz.

Opté por colocarme algo sigiloso y cómodo, lo que en otras palabras significa un pantalón y un suéter. Bajo a la sala y me siento junto a mamá. Nos entretenemos viendo un programa sobre gitanas locas en TLC. Mi madre se dobla en carcajadas cuando dos chicas empiezan a pelearse y no puedo evitar seguirle el ritmo.

Mi madre es una mujer naturalmente hermosa. El cabello negro le columpia por la espalda, sus ojos son oscuros como dos trozos de carbón y la sonrisa que se gasta transmite mucha seguridad y confianza, también está loca, es importante mencionarlo, y por supuesto, su mayor afición es hacer preguntas.

Lo que no me vino bien esta noche.

-Cuéntame, ¿este chico con el que saldrás es tu novio?

Me sonrojé como si Cole Sprouse me hubiera pedido matrimonio.

-¡Mamá! Te dije que no. Solo somos compañeros de clase. Tenemos un proyecto-si mi madre se llega a enterar que estoy castigada me usará como saco de boxeo.

Me hizo una mueca.

-¿Es cristiano?

-¡¿Cómo voy a saberlo?!

-Yo espero que lo sea, sino a esta casa no viene.

-¡Dios mío, mamá!

-Y mío también-responde, divertida-¿Le dijiste a tu papá que saldrías con un chico hoy?

-Confio plenamente en que no va a enterarse nunca. No le dirás, ¿Cierto?

-Por supuesto que no, boba...a menos que no llegues a las once.

-Seré puntual.

En ese momento miro el reloj. Siete y treinta. Edmund toca el timbre.

-¡Chaíto!-me despido de mamá dándole un beso en la frente.

-¡Adiós, hermanita!

-¡Púdrete, Jonah!

-¡No le hables así a tu hermano! ¡y pregúntale al chico si es cristiano!

Apenas abrí la puerta tuve que sujetarme firmemente de la manilla. Madre mía. Percibí muchas cosas cuando ví a Edmund parado frente a mí, y no hay mejor manera de resumirlo que esta: si así luce la perdición, que me consuma no es un problema.

Más allá de este mundo (Libro I)Where stories live. Discover now