Me quedé en silencio y también me crucé de brazos. Quizá sí era verdad que había una explicación científica. Pero no entendía por qué se empeñaba en decir que las coordenadas ya no eran importantes. Todavía teníamos que ir a la parte norte del bosque y buscar el punto en el que el supuesto búho volaba.

Harry se mordía el labio inferior con los incisivos y parecía estar concentrado. Aunque lo conocía poco, sabía que pensaba con lógica. Era como si estuviera jugando una partida de ajedrez. Siempre sabía qué movimiento hacer y cuándo. Pero el misterio del bosque parecía ser mayor que el tablero. Había algo que ambos pasábamos por alto.

—Esme, ¿puedo hacerte una pregunta?

Plantó la mano derecha en la mesa y después puso la izquierda encima, repiqueteando las uñas contra la madera mientras pensaba en sus palabras.

—Sí, claro.

—Es bastante estúpido, además de físicamente imposible, y seguro que hay una respuesta científica, pero...

—Harry, suéltalo ya.

Volvió a coger de nuevo el libro de su padre, buscando con ansiedad una página en concreto. Se detuvo finalmente en una donde había un mapa dibujado a lápiz. En él estaban marcados el Puente Negro, el Árbol Blanco y la Cueva del Búho, y en el lateral superior de la página había una firma: M. S.

—Melissa ha marcado lo mismo que nosotros hemos descubierto y, como puedes ver, ella ha dividido el bosque en cuatro partes. Melissa no es estúpida, te lo aseguro, pero creo que está equivocada. Si te fijas, la Cueva del Búho, el Puente Negro y el Árbol Blanco crean una forma geométrica sin la necesidad de una cuarta coordenada. Mira, te lo demostraré... —Colocó las palmas de las manos sobre el libro y juntó las puntas de sus índices y pulgares—. ¿Lo ves ahora?

Fruncí el ceño y me concentré en lo que veía.

—¿Una llama?

—No, es un triángulo. Técnicamente es un triángulo equilátero —me corrigió.

—Sigo viendo una llama.

—Pues es un triángulo.

—De acuerdo, supongamos que es un triángulo. ¿Por qué equilátero?

—Hay la misma distancia entre los puntos.

Apoyé la espalda en el respaldo de la silla y me crucé de brazos, observando con atención el mapa del libro y dándome cuenta de que lo que estaba diciendo Harry era posible, quizá no había un norte y era un simple triángulo. Sin embargo, ¿por qué la brújula funcionaba en todos los lugares menos en la Cueva del Búho?

—Pero no lo hemos comprobado, Harry —repliqué.

—Y por eso mismo creo que ya va siendo hora de que volvamos al bosque y sigamos al búho de una vez por todas.


Bajé a la cocina y vi que mi madre estaba cocinando algo. Tarareaba una de las canciones de su juventud, y Thomas jugaba a los videojuegos en el comedor.

—Mamá, voy a casa de Minerva.

Era mentira, obviamente, pero si le hubiese dicho que en realidad había quedado con Harry habrían pasado dos cosas realmente incómodas. Primero, habría empezado a saltar como una loca y me habría bombardeado a preguntas, y, segundo, lo invitaría a cenar y me haría pasar el mayor ridículo del mundo.

—¿Qué haréis?

—Hablaremos sobre el baile de invierno.

—Oh, entonces está bien —contestó con una sonrisa.

Greenwood II SAGA COMPLETAWhere stories live. Discover now