Gabrielle Smith

Sentía el pánico subir por todo mi cuerpo al mismo tiempo que me embargada una sensación de felicidad, pero lamentablemente en estos momentos estaban ganando los nervios.

Sentí las manos de Abby apoyarse sobre mí con delicadeza —¡Estás preciosa!

Agradecí sus cumplidos pero termine haciendo una mueca en lugar de sonreír —Estoy nerviosa.

Soltó una pequeña risita —Son los traicioneros nervios de las novias el día de su boda.

Mi boda. Mi gran día.

Por fin había llegado el gran día, el día que uniría mi vida a la de Nick, solté un suspiro desde lo más profundo de mi corazón. Amaba a Nick con todo mi corazón y me hacía la mujer más feliz del mundo poder unir mi vida a la suya teniendo de testigos a nuestros seres queridos, pero también estaba nerviosa, nerviosa por todos los posible malos escenarios que podrían pasar y que mi mente no dejaba de reproducir.

—Tengo miedo de hacer o decir algo incorrecto. ¿Y si tropiezo...? ¿Y si se me olvida lo que tengo que decir...? ¿Y si...?

Mi discurso fue interrumpido por Abby —¡Tranquila! No va a pasar nada malo, de eso estoy segura. Además, si lograste conquistar a tu jefe puedes hacer cualquier cosa.— me guiño un ojo.

Sin poder evitarlo una sonrisa se formó en mi rostro —Tienes razón.

Mi padre entró en la habitación y sonrió orgulloso al verme. Cuando abrió sus brazos hacia mí me acerqué a él para poder abrazarlo —¿Lista?— asentí y tomé aire.

En un suspiro nos encontrábamos en el pasillo con la marcha nupcial y con toda la atención puesta sobre nosotros. Sentía como los nervios me apretaban fuertemente el vientre y como mis manos comenzaban a sudar, aprete mi brazo al de mi padre porque sentía que en cualquier momento me podría caer, pero cuando levanté la vista y lo vi, todo lo demás dejo de importar, solo tenía ojos para él.

Nick. Mi Nick.

Nick tenia el aspecto de un dios griego, el esmoquin gris que llevaba resaltaba su gloriosa figura, no tenia dudas de que era el ser más sexy del planeta, su rostro estaba adornado con mi sonrisa favorita, la que deslumbra a cualquier chica y sus ojos brillaban de amor, lo sabia por que los míos lucían exactamente igual. Estaba segura de que era la novia mas afortunada de todas.

Cuando llegamos a su lado no podía estar mas feliz, los nervios y las dudas habían sido remplazados por una sensación de júbilo.

Mi padre adopto una expresión seria y le hablo a Nick con voz paternal —Cuídala.

El no dudo en contestar —Con mi vida.

Mi padre beso mi mejilla con ternura y le entrego mi mano a Nick, cuando nuestras manos entraron en contacto una corriente eléctrica me atravesó, las mariposas en mi estomago comenzaron a revolotear y la sonrisa en mi rostro se ensancho. Nick entrelazo nuestras dedos y me guiño el ojo fugazmente, mi corazón se aceleró y las mariposas comenzaron a revolotear con mas intensidad, a pesar de llevar diez meses como pareja aun no me acostumbraba a la arrebatadora belleza de Nick.

Deje de babear por mi prometido cuando el sacerdote comenzó a hablar —Señoras y señores estamos aquí reunidos en este glorioso día para presenciar la unión de Nick Morrison y Gabrielle Smith.— comenzó observándonos a ambos con una sonrisa.

La ceremonia siguió su curso y cuando llego el momento importante mi corazón se acelero y mis manos volvieron a sudar, pero esta vez no era de nervios sino de emoción. Cuando mi mirada conecto con la de Nick todas las demás personas desaparecieron y solo estábamos él y yo, en nuestra burbuja de amor.

—Gabrielle. Juro amarte fielmente, confiar en ti y respetarte. Consolarte en tiempos de necesidad y cuidarte. Todo lo que tengo ahora es tuyo.— sentí el anillo deslizándose en mi dedo anular. Sus ojos brillaron con más intensidad —Te entrego mi mano y mi corazón hasta que la muerte nos separe.

Era mi turno.

—Nick.— sonreí y comencé con mis votos —Juro ser tu fiel compañera en la salud y en la enfermedad. Prometo amarte incondicionalmente, honrarte y respetarte. Brindarte consuelo en tiempos de necesidad.— deslicé el anillo en su dedo, y sonreí aún más, se veía muy bien en su mano —Prometo llevarte en mi corazón hasta que la muerte nos separe.

—Y ahora los declaro marido y mujer. Puedes besar a la novia.— escuche a la lejanía la voz del sacerdote, no podía apartar la vista de Nick, mi marido, de solo decirlo mi corazón se agrandaba de felicidad.

Nick enredo sus manos en mi cintura y me atrajo hacia él, instintivamente yo las enrede en su cuello —He estado esperando este momento todo el día, señora Morrison.— el tono orgulloso con el que mencionó mi nuevo nombre hizo que un cosquilleo me recorriera el cuerpo.

Acerco su rostro el mío y me respiración se aceleró anticipando el momento —Te amo.— susurro a unos milímetros de mi labios.

—Y yo te amo a ti Nick, siempre te he amado y siempre te amaré.— dije con la voz quebrada por la felicidad.

—Para siempre, mi amor.— dijo con voz seductora y apretó su agarre en mi cintura apretándome más contra él

—Para siempre.— dije antes de sellar sus labios con los míos.

Definitivamente era el mejor de mi vida. Por fin las cosas estaban como deberían de estar, después de los errores, de las tristezas y de los obstáculos, Nick era mío y yo era suya para siempre.

Un flechazo por mi Jefe | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora