—Por ahora no, pero no descarto la idea —dijo Oliver, tranquilo. Como si nadie más estuviera viéndolo. Pero al voltearse, tenía la mirada encima de mi madre, de Eleanor y de su madre. Lo cual lo hizo sonrojar de la vergüenza.

—Bueno, eso fue inesperado, hijo —dijo el señor Carson en tono burlón—. La llegas a lastimar y junto con Claudia te patearemos el trasero —le murmuró a Oliver, haciendo referencia a mí.

Vale, ¿en qué momento sucedió que su propio padre era capaz de defenderme? ¿Cómo pasó? No tenía idea.

—Bueno, hay lugar para uno más... es decir una —dijo Eleanor, tratando de que todos tomen asiento—. Iré por las bebidas, ya es casi medianoche y hay que brindar.

—Tráeme la botella entera, por favor —pidió mi madre, mientras Eleanor se alejaba—. Bueno, Claudia. Creo que es momento de que nos des explicaciones. ¿No?

Claudia se removió en su asiento, incomoda.

—¿Hace cuánto que estás en la ciudad? —le preguntó mi madre.

—He llegado hoy, debido a las vacaciones... Y bueno, que esté aquí es gracias a Am... —la miré de mala manera, tratando de hacer señas para que no me nombre, si no, estaría muerta—. Gracias a mí —aseguró, mirándome nerviosa.

—¿Y por qué se te dio por aparecer justo ahora? ¿Te aburriste de la vida loca? Porque te recuerdo que, cuando te fuiste, ni siquiera fuiste capaz de firmar los papeles de divorcio, por ende, me tocó hacerme cargo de todo. Pedazo de estúpida.

—¡Mamá! —le reproché.

—No, es cierto —dijo Claudia—. Y realmente lo lamento, pero era algo que debía hacer.

Mi madre asintió, terminando de beber su copa.

—¿Vas a firmar los papeles? —inquirió y Claudia asintió—. Genial, porque estoy comprometida con el padre de Penny.

—¡¿Pero qué demonios?! —grité, poniéndome de pie—. ¡¿Pero qué demonios?! —repetí.

No... no podía ser cierto. Es decir, ¡¿Ella?! ¡¿Y el padre de Penny?!

—Lo que oíste, Amber. Lamento que te enteres así, pero entre más espero el momento indicado. Me doy cuenta que no existe tal cosa.

Eso era... totalmente inesperado.

Muy, pero muy, inesperado.

—Bueno... —dijo Eleanor, colocando todo en la mesa baja de la sala—. ¡Solo falta un minuto y es navidad!

—Iupi —chilló mi madre, irónica.

Todos comenzaron a ponerse de pie, tomando una copa con la bebida a elección y, esperando que el reloj marque las doce.

Los padres de Oliver se dieron la mano, Eleanor comenzó a comer las golosinas que había traído y mi madre le sonrió a Claudia. Oliver, por otro lado, se paró junto a mí y me tomó de la cintura.

—Estás preciosa —murmuró en mi oído, lo que hizo que se me erizara varios cabellos del cuerpo.

—¡Diez! —comenzaron a gritar los Carson.

—¡Nueve! —exclamé, tratando de olvidar la tensión que sentía al estar tan cerca de Oliver.

—Ocho —dijo mi madre, elevando su copa.

—Sie-te —Eleanor había tratado de decirlo fuerte pero se ahogó un poco al estar con la boca llena.

Lo cual provocó algunas risas.

—¿Cuatro? —Claudia elevó su copa y me dio una sonrisa.

—¡Tres! —gritamos todos.

—¡Dos!

—¡Uno! ¡Feliz navidad! —volvimos a gritar, mientras que comenzaban a sonar fuegos artificiales y salíamos afuera para verlos. La idea de verlos era bonita, pero no pude evitar no pensar en que los animalitos se asustarían mucho.

Al mirar a mi alrededor, varios vecinos habían salido afuera para admirar los fuegos artificiales. Habían varias parejas tomadas de las manos y besándose y, los padres de Oliver no fueron la excepción. Mi madre seguía bebiendo de su copa mientras abrazaba a Eleanor, quien también seguía devorando sus golosinas. Por otro lado, Claudia observaba todo desde su lugar.

—Feliz navidad, nueva mamá —le dije sonriente, a lo que ella sonrió mientras derramaba unas lágrimas por sus mejillas.

—Feliz navidad, hija —no me contuve y fui a abrazarla, simplemente no podía evitarlo. Tras años pensando en dónde estaría o qué haría... y ahora saber la verdad... no era algo que quería desperdiciar. Así que la abracé con fuerza—. Te amo, Bebi. Siempre lo he hecho y siempre lo haré, nunca lo dudes.

Sollocé al oírla, especialmente cuando dijo «Bebi», ya que así solía decirme de pequeña. Al separarnos, Eleanor se acercó a Claudia.

—Bienvenida de nuevo, madre —le dijo Eleanor, para luego abrazarla—. Hay tanto por contarnos.

Sonreí al verlas juntas, pero mi sonrisa cambió al ver estacionar el coche del padre de Penny y, ambos bajaron, junto a su abuelo Paolo.

¡El viejo Paolo!

—¡Feliz navidad, Amber! —chilló Penny, tras abalanzarse hacia mí y abrazarme con fuerza.

—Feliz navidad, Penny.

—Hay algo que debo contarte con urgencia —murmuró en mi oído—. Algo que involucra a nuestros padres.

Rodeé los ojos, al parecer ella también se había enterado hoy.

—Sí, lo sé. Están comprometidos.

—¡¿Qué?! ¡¿Comprometidos?! ¡¿Pero qué demonios?! —gritó Penny.

Y solté una carcajada al ver la expresión de su rostro.

—Ups —soltó su padre, para luego jalar del brazo a mi madre y besarla delante de todos.

Vaya, iban muy en serio.

Penny seguía un poco en shock, pero se le fue cuando Claudia se asomó a ella y se presentó como mi otra madre. Y, todo aquel impacto y molestia se le esfumó enseguida. Ya que ambas se marcharon juntas para beber, comer y charlar.

Me había quedado sola por unos instantes, pensando en todo lo que había sucedido esta noche. Hasta que alguien carraspeó por detrás mío. Al voltearme, vi a Oliver con una sonrisa.

—Señorita, ¿me permite este baile? —indagó, tendiéndome su mano. La cual acepté sin dudar.

Una canción lenta de One direction comenzó a sonar gracias a Penny, quien me guiñó un ojo a lo lejos. Oliver tomó mis manos y las colocó en sus hombros, para luego tomarme de la cintura.

Me era inevitable no ver su boca y sé que, para él también lo era. Pero cuando le sonreí y él, me devolvió la sonrisa. Supe que era él y que era ahí. Que no iba a tener que buscar a más nadie por un largo tiempo, porque de un acto tan normal como bailar, me había hecho sentir mariposas en el estómago. Mariposas que creí que nunca sentiría. Porque eso era lo que sentía merecer, hasta que llegó él.

 Porque eso era lo que sentía merecer, hasta que llegó él

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