— ¡Cuida tu boca mocoso! —alzó levemente. Lo que más odiaba la castaña era recordar su edad, la cual por cierto en realidad no recordaba, pero con tal de recordarle que ha vivido más de lo que un humano podría vivir es suficiente.

— Dime ¿Por qué te quedas dormida en clases de Historia? —preguntó con pereza, la castaña que se había exaltado esta vez volvió a su asiento con un puchero en su rostro para volver a estar en calma.

— Porque yo fui parte de la historia y no necesito que me enseñen algo que viví —espetó con un tono vago, mientras el azabache repetía sus palabras solo modulando las palabras tras sabérselo de memoria.

— Solo necesito que me ayudes a comprender un par de cosas, puedo ir a la biblioteca luego de entrenar —abrió esta vez un pudín de chocolate, tomó una pequeña cuchara y llevó un bocado a su boca mientras la castaña tenía fija su mirada en el postre sintiendo su boca hacerse agua—. Cancela tus planes y ayúdame a estudiar.

— Dame el pudín —el azabache miró su postre, hizo un movimiento ladino con su cabeza meditando su propuesta, pero no tardó más que unos seis segundos para terminar dejando el postre y la cuchara frente a ella.

— Hecho —espetó de mala gana observando como la castaña se devoraba el postre en cuestión de segundos, sin dejar un solo raspado.

La pareja de estudiantes soltó un grito aterrorizados. Una cayó al suelo con su rostro denotando pavor y sorpresa, llevando una mano a su boca mientras el llanto comenzaba a hiperventilarla. La otra, en cambio, atinó a correr dejando gritos retumbantes en el vacío gimnasio sin siquiera pensar en volver por su amiga.
Los cuatro cuerpos de estudiantes yacían en el centro del lugar. Las extremidades de los tres se encontraban desparramadas por el gimnasio escolar, y la sangre parecía un lago en el centro del lugar, sus expresiones neutras, sus miradas vacías y sus bocas entreabiertas con una cascada de sangre corriendo por ellas.
La chica aterrorizada en el suelo temblaba de una manera indescriptible, y la imagen mental que quedaría en su cabeza luego de ver tal escena, era algo que la dejaría con un leve trauma de por vida, tal vez en la instancia sería abrupto, pero con el pasar del tiempo iría disminuyendo.

Los pasos rápidos a su espalda se hicieron presente, aun así no fue capaz de girar ni mover un solo músculo, los sollozos continuaban interrumpiendo el silencio del lugar, su cuerpo tembloroso, sus pertenencias que habían caído a una gran distancia de ella luego de intentar escapar a la entrada, ahora se manchaban lentamente con la sangre de los escolares asesinados en el lugar.
Dos manos fueron posadas en sus hombros, se exaltó nuevamente y su mirada se desvió de la sangrienta escena, un chico de cabellera negra, ceño fruncido y mirada oscura que nunca había visto en su vida pero que llevaba el mismo uniforme escolar que ella, le hablaba con preocupación llenándola de preguntas, y una figura femenina apareció tras este, pasándolos de largo y corriendo directamente a la escena.

— ¡Yashiro! —llamó el azabache, levantando sin demasiada dificultad a la chica del suelo, cargándola en sus brazos tras notar que no podía colocarse de pie por el miedo, su temblor era increíble, y su llanto no cesaba.

A pesar de sus llamados, la castaña continuaba allí, de pie frente al gran charco de sangre que aún parecía tener una alta temperatura, los mosquitos comenzaban a volar entre los cadáveres, sus miradas vacías parecían estar fijas en la castaña que.
Sus extremidades desparramadas alrededor, el sonido del aleteo de los insectos, aquel aroma desagradable como del metal oxidado y los cuerpos sin vida le traían vivos recuerdos a la castaña.
La imagen de la masacre de su tribu, los ojos claros de su madre sin vida, el aroma a podredumbre y la mismísima miasma que parecía emanar de sus cuerpos, la estaban atormentando lentamente mientras observaba las figuras de los alumnos que reconocía, con los cuales había compartido algunas veces, con los cuales había ido de fiesta.
Recordaba sus nombres, eran el capitán del equipo de baloncesto y sus tres mejores amigos de la infancia.
Una presión desagradable se sintió en su pecho mientras sus ojos parecían comenzar a cristalizarse, pero no podía estar completamente segura si era por el hecho de conocer a tales personas, o porque dicha sangrienta escena le trajo el horrible recuerdo de la masacre de su tribu.

The  firstborn | Jujutsu Kaisen. (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora