La puerta volvió a ser abierta dejando ver al pequeño rubio que tenía por hijo, Justin venía de la mano de Ryan.

- Digno hijo de su madre - gruño Franco.

- Sara - susurro Ryan

- abuelito, ¿por qué esa señora se parece a Nía?

Sara observo al niño y le dio una sonrisa.

- Ya que estamos la familia completa por que no entra también mi hijo y lo conocen.

(...)

Sara era la hermana gemela de Sonia, también era la menor entre las dos, pero la historia que le contó su tía sobre el por qué ella y su madre se alejaron no la convenció, era más que obvio que algo ocultaba, pero su padre nunca le respondió y tampoco lo haría, ahora más que nunca se llevaban mal, sin embargo pareció bastante satisfecho cuando Eugenia le confirmo la asistencia de la morena a la boda el viernes por la noche la ceremonia civil y el sábado por la tarde-noche el eclesiástico.

Ryan no había vuelto hablar desde que se encontró con Sara, Eugenia también se había quedado sin palabras, pero había dejado de lado ese detalle y se había puesto de acuerdo únicamente para hablar sobre el caso que tanto los atormentaba y eso era la familia Miller, también la demanda que le prohibiera salir del país, Sara había dicho que no importará en qué país se encontrará, Austin siempre podrá demandarla por no dejarle ver a su hijo, el caso era enfrentarlo y llegar a un acuerdo legal con él, ya que él había abusado de su poder para aprovecharse de ella pero eso no eran pruebas suficientes para ganar el caso. Serena se sentía frustrada y con un horrible dolor de cabeza, en la reunión no habían llegado a nada, todo lo contrario parecía más un callejón sin salida. Él único que no parecía preocupado y ella podría afirmar que se había divertido había sido su hijo junto al hijo de Sara, eso a ella le había bastado para también encariñarse con el niño.

Cuando entro a su habitación en casa de su padre estaba más cansada de lo habitual, Justin dormía y no paraba de nombrar a Damon entre sus sueños. A lo que ella también hizo lo mismo sin darse cuenta.

La semana fue un caos, entre la reuniones con Sara, las obligaciones que tenía como madrina y acompañante de Eugenia la iban a volver loca, estaba sumamente estresada y lo que más necesitaba en ese momento era relajarse, las náuseas habían empeorado y ahora todo lo que comía lo vomitaba, tanto que el miércoles Eugenia tuvo que colocarle un suero para que se mantuviera hidratada.

Cuando llegó el viernes el estilista que había escogido Eugenia para arreglarle el cabello le había obligado a quitarse los mechones decolorados y vuelto a teñir de su color original, alegando que la madrina de la boda no podía parecer una rebelde sin causa. También se colocó un vestido adicional para la ocasión, este era más sencillo que el otro, pues era de color azul oscuro, la falda acampanada larga hasta la mitad de sus muslos, una cinta bajo sus pechos y un escote en forma de corazón, no tenía tirantes pero si encaje en la parte de sus hombros hasta finalizar el brazo. Unos tacones azules aterciopelado todo cerrados que ella odio desde el momento en que los vio.

La noche se le hizo larga hasta que la fiesta dio por iniciada, fue en el jardín trasero de la casa de su padre. Ella caminaba de un lado a otro evitando a toda costa hablar con alguien, no había nadie conocido a excepción de su hermanastro, quien no le quitaba la mirada de encima, eso ya era bastante incómodo, también estaba Ryan pero el parecía entretenido con Sara y Justin se había perdido jugando quien sabe que con Damon.

Tomo un suspiro.

Camino dentro de la casa observando las paredes por que le eran más interesantes que cualquier otra cosa en el lugar cuando de la nada una mano la tomo de la cintura y la llevó lejos de la luz, frente a ella estaba Nathan con una sonrisa de boca cerrada.

- Estas hermosa - él quito la mano de su boca dirigiéndola a su rostro - no dejan de verte.

- Me asusto - ella lo golpeó suavemente- no vuelva hacer eso.

- Te extraño mucho - ella sonrió.

- No sea estu...

Él sabía lo que iba a decir así que prefirió callarla con un beso, porque si la había extrañado, porque no la había visto desde el lunes, porque si fuera por él ya se la habría llevado secuestrada de allí y encerrado en su habitación para que nadie pudiera ver lo bien que se veía en ese vestido.

Serena envolvió los brazos alrededor del cuello de Nathan y este apretó su cintura pegando más su cuerpo el uno del otro, entonces fue cuando ella noto que también lo había extrañado, dentro, muy dentro de su ser así lo sentía, quería más de él, quería que él le quitará el maldito vestido, pero sobre todo quería estar a solas con él, en cualquier lugar de la maldita casa, cualquier lugar donde no fueran interrumpidos por nadie.

Escucho a alguien aclarándose la garganta obligándolos a separarse, frente a ellos estaba Sara con una sonrisa pícara.

- Lamentó interrumpir pero es hora del brindis - Serena asintió y fue la primera en marcharse, Sara borro la sonrisa mirando sería al muchacho - no se quien seas pero ten cuidado por ella soy capaz de que te den cadena perpetua, ¿entendiste? - Sara volvió a sonreír y se marchó como si nada hubiera pasado.

(...)

La boda al día siguiente fue más tortuosa que la primera, porque Serena tuvo que estar al lado de la novia en todo momento, sobre todo en la iglesia para ella no había cosa más molesta que usar tacones, los había usado la noche anterior y ahora estaba usando otros, sus pies lloraban de felicidad cada vez que tenía la oportunidad de quitárselo, luego de la ceremonia ella tuvo que salir de la iglesia acompañada de Dan, su hermanastro, cosa que odio, ese chico no le agradaba para nada.

Poco después de llegar al salón fue obligada por coordinador de la fiesta a bailar con Dan y luego su padre, después vino el brindis y algunos que otros discursos por parte de los amigos y familiares de Eugenia. Dan también habló pero ella no dijo nada, simplemente felicito a los novios y le deseo felicidad, luego bajo como si nada, como si quien se hubiera casado fuera un desconocido y no su padre.

Estaba tan cansada tanto física como mentalmente, necesitaba un respiro, así que decidió salir y sentarse sobre el capo de uno de los autos, escucho el ruido de los tacones cayendo al piso y no pudo evitar sonreír de satisfacción, no veía la hora de que la recepción terminará. Cerró los ojos dejando que la brisa fría llegará a su rostro. Alguien acarició su cuello hasta llegar al escote del vestido, ella detuvo su mano y miro al invasor de su momento de privacidad.

- Te hacía lejos de aquí - le dijo ella.

- Estaba preparando mi viaje, vine a despedirme.

- ¿Qué quieres ahora? - Austin se acercó a ella.

- Quería saber si ya tenías una repuesta.

- Sabes perfectamente que mi respuesta sigue siendo no - Él coloco ambas manos sobre el capo acercándose a ella.

- Eso ya lo veremos, querida.

Chica Mala (Borrador)Where stories live. Discover now