（𝗕𝗪）我 ' Bebé, soy una sociópata. Dulce asesina en serie en pie de guerra. Porque te amo un poco de más. ' 💋🚬
✶ ⋆｡✧ ❛ [ if 'happy ever after' did exist
I would still be holding you like this] ❜
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Lily se encontraba amarrando sus agujetas afuera de su auto. Se había detenido para comprar un café y seguir buscando posibles departamentos. Desde la última vez que se vio con Anthony para entregarle sus últimas pertenencias...mejor dicho, las pertenencias de Anastasia Ivanova, se la había pasado dormida en el carro que había rentado, y los de la agencia se habían comunicado con ella que era urgente entregar el carro a más tardar el Sábado por la mañana.
Salió de la tienda con un café calentando su mano y con unas donas colgando de su otra mano. Caminó hasta su auto, dejó sus cosas en el capo del auto rentado. Sacó del auto el periódico que tenía y siguió averiguando dónde pasar su estadía. Sin estar muy bien acostumbrada a los celulares, portaba uno para que, en caso de emergencia, tuviera contacto con Anthony.
Alzó la mirada cuando escuchó mucho alboroto acercarse, eran las maldita 9 de la mañana, ¿quién ponía la música a todo volumen a esa hora? Con una mirada amarga como su café, mientras lo bebía, se quedó observando al carro que se estacionaba a su lado. Del carro mencionado, salió una niña y un joven con una sonrisa de oreja. El de ojos adormilados canela, le guiñó el ojo y le agarró la mano a la niña. Rodó los ojos, ¿quién se creía este para dedicarle un guiño, tan siquiera, para dirigirle la mirada?
Se colocó de espaldas al auto que reposaba en silencio, y miró al sol brillar y dar una mañana cálida. Notó como el camino que partía desde la tienda de abastecimiento, la estaba llamando, no supo si era buena o mala señal. Pues, casi siempre usaba sus sentidos para las misiones de alto riesgo. Se encogió de los hombros y le restó importancia, ya sea bueno o malo, no le importaba. Estaba entrenada para lo peor. Qué más daba si le quitaba la vida a otro idiota. Se adentró al auto con todo y comida, y acto seguido, lo encendió. Escuchó el motor calentarse y esperó un tiempo para marcharse. Cuando comenzó a darle de reversa, los dos niños (porque el chico se veía alrededor de sus 18 y la niña tenía unos 7-8 años) salieron del la tienda. Se quedó mirando a la niña, recordándose a sí misma a esa edad, como era feliz a lado de la figura masculina.
Despejando esos recuerdos, arrancó para meterse en el camino que tenía a su derecha, que la llamaba tanto. Mientras manejaba, sacó el brazo izquierdo. Controló el volante con su derecha y abrió un poco sus piernas, acomodándose en su asiento.
No tenía mucho qué pensar, ni mucho qué sentir. Por lo general, se quedaba en el vacío de su ser y se perdía en su mente al darse cuenta qué no tenía ni una pizca de sentimientos. Se sentía como un robot, pero, no era algo que le incomodaba. Encariñarse y frecuentar a las personas no era su estilo, porque siempre terminaba desesperando de lo idiotas que podrían llegar a ser. Prefería estar en silencio, pasar desapercibida sin que nadie la pudiera reconocer. Aunque, eso era imposible. Con sus caderas anchas, sus pechos medianos, su cintura pequeña y esos ojos curiosos y llenos de superioridad hacia cualquier persona que estaba a su alrededor, la hacían notar entre todos. Con su cabello cayendo en cascadas y sus labios carnosos, finos y delgados, lograba captar atención de cualquiera que estuviera ocupado.
