Capítulo II

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La tormenta ya se había detenido, el bote Glød llegó al puerto de Reine sano y salvo. Lanzaron el ancla al agua y desembarcaron lo que les quedó de la pesca, ya los demás se habían escapado por la tormenta.

Bajaron tanto el capitán y su hijo, los pescadores y el hombre desconocido al que llamaron Ukjent. Después de ahí lo llevaron al hospital en el auto del hijo del capitán, que a propósito se llamaba Sjörgen. El pueblo en sí era de aspecto medieval pero moderno. Los caminos estaban pavimentados con algunas grietas, el clima era templado por estar ubicado por encima del Círculo Polar Ártico y la población de 314 personas la hace un lugar especial para el que quiera visitar Noruega.

Llegaron al hospital, pero vieron que el personal estaba de huelga por los bajos salarios en ese entonces. Sjörgen decidió llevar a Ukjent a un doctor británico de apellido Jones, un doctor despedido por su alcoholismo pero era respetado en el pueblo. Al llegar a su casa, se veía algo descuidada, el suelo sin barrer y ventanas rotas. Por dentro parecía el interior de una carniceria, ya que atendía a pescadores cuando sufrían un accidente, el suelo del consultorio estaba cubierta de un líquido rojo seco, lo cual obviamente era sangre.

Sjörgen le contó al doctor Jones sobre cómo encontraron a Ukjent muerto, cómo éste volvió a vivir y cómo también emitía un especie de energía alrededor de él. Jones sentó a Ukjent en la camilla para examinarlo mejor. Lo primero que vió fue ver sus venas iluminándose, después sus ojos empezaron a brillar fuertemente que éstos lanzaron un rayo de luz azul. Antes de que esto pasara los dos se apartaron. El rayo fue tan fuerte que creó un hoyo en el suelo. Esto asustó mucho a Ukjent, quién no entendía lo que pasaba.

“¿Qué eres y quién eres?” -preguntó el doctor Jones asustado

“No lo sé. No recuerdo nada, ni siquiera sé mi nombre” -dijo Ukjent confundido

“¿Y qué hacías en medio del océano en plena tormenta?” -preguntó Sjörgen

“Tampoco lo sé...” -respondió Ukjent justo cuándo el doctor le interrumpió

“Pues quienquiera que seas o lo que eres, vete de aquí antes de destrozes esta casa más de lo que está” -dijo el doctor un poco alterado

Justo cuando Ukjent se levantó de la camilla, se le cae una cartera que tenía en su pantalón sin saberlo. Extiende su mano para ver si era suyo, lo abre y lo que puede ver es una dirección: Avenida las Peras, Madrid, España. Y después ve una tarjeta de identificación: fecha de nacimiento, 2 de abril de 1930, nombre, Scott James McCaan, lugar de residencia, Denver (Colorado, EE.UU.). Tenía un nombre. Ya no era más Ukjent (‘Desconocido’), de ahora en adelante su nombre era Scott McCaan.

En la tarjeta, además, decía dónde trabajaba: agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Esto asustó aún más al doctor, quién por alguna razón logró reconocerlo.

“Blazer” -recitó el doctor.

¿Blazer? Parecía nombre de una marca de auto, pero no. El doctor Jones sabía algo que ellos dos no. Siempre guardaba una Glock 9mm en el cajón donde guardaba sus utensilios médicos. Cuando se acercaba para tomarlo, Scott supo lo que haría.

“No cometa la estupidez de tomar esa arma” -le dijo Scott al doctor

De repente, cuando iba a tomarlo, Scott apareció de la nada frente al doctor. Éste en defensa propia, lo empujó hacia un lado y tomó su arma. Apuntó tanto a Scott como a Sjörgen, así que Jones disparó hacia Sjörgen. Scott se interpuso para salvarlo y la bala le dió en el abdomen.

Sjörgen se sorprendió de que él, Scott, no sangrara. Más bien parecía un destello de luz brillando hasta que desapareció. Scott se acerca a Jones, le quita el arma y lo empuja hacia su escritorio.

“Sabes lo que puedo hacer y lo que te haré si no abres la boca” -le amenazó Scott a Jones

“¿Por qué lo haría? De todos modos ya estoy muerto?” -respondió Jones

“Habla ya, o lo único que sentirás será un rayo atravesando tu pecho” -amenazó Scott con sus ojos brillando intensamente.

A Jones le pareció importarle un comino lo que él haga. Justo cuando estaba a punto de matarlo...

“¡ESPERA!” -grita Jones desesperado hasta que Scott se detiene- “Está bien. Hablaré, pero bajo ninguna circunstancia no se lo deben decir a absolutamente nadie”

“¡Habla!” -le dice Scott

BlazerWhere stories live. Discover now