— Así no nos gusta tanto — comentó el otro con malicia, sonriendo tenuemente.

Los demás compañeros alrededor se quedaron en silencio y pusieron atención a la escena que comenzaba a armarse, aunque la mayoría sólo quería hacerse cargo de que la situación no subiera de nivel.

Horacio soltó una carcajada fuerte y se acercó a su atacante con una mirada fuerte y la nariz ligeramente fruncida, era seguro que llegaría el momento cualquiera de esos días en que sería molestado por un alfa, y ahí estaba.

— ¿Y por qué querría gustarte, alfa de mierda? — Las agresivas palabras de Horacio resonaron por aquella habitación y un olor a rosas marchitas muy fuerte invadió el ambiente haciendo de alguna forma que los presentes sintieran la necesidad de estar alertas.

Por un segundo, podrían jurar que se trataba de otro alfa más, pero aunque así fuera, jamás se quedarían sin decir algo.

— ¿Cómo dices? — el alfa mostró los dientes y su olor a anís comenzó a esparcirse muy potente a su alrededor.

Todos se quedaron sorprendidos cuando vieron que Horacio no cedía ni un centímetro, no mostraba ningún tipo de temor ni molestia por el actuar del alfa.

— Sólo estás apestando todo— escupió Horacio con el mismo tono, sumando que ahora igual su ceño estaba fruncido y su mirada más afilada — ¿Crees que nunca me crucé con imbéciles como tú? — Dió un paso hacia adelante logrando que instintivamente el contrario diera uno hacia atrás — Están en todas partes —

Un rotundo silencio se había formado haciendo la situación demasiado tensa, aunque poco duró.

— "Quiero a los alumnos Gustabo y Horacio en mi puto despacho, ¡Ahora mismo!" — se escuchó la potente voz del comisario Volkov en la radio de los que la llevaban encima, haciendo que todos dieran un pequeño salto debido al susto y volvieran a sus cosas, así aquella "discusión" dió por finalizada.

La voz de aquel alfa cuando daba órdenes, no era una broma.

Horacio se volvió a su taquilla y la cerró dándole la espalda al resto, sentía el latir de su corazón muy acelerado. No entendía si era porque la voz de aquel Comisario le había asustado, lo había tomado por sorpresa o causaba en él ese efecto cada vez que lo escuchaba.

— Horacius, yo que tú me apuro que al comisario no le gusta esperar — se escuchó a otro compañero llamado Moussa que se adentró al vestidor abruptamente.

—10-4 — contestó el de cresta, soltando seguido un suspiro.

Dirigió una última mirada a aquel alfa con el que había reñido hace un momento y luego salió de aquella habitación.

Horacio golpeó la puerta del despacho de su superior y escuchó un claro <adelante> del otro lado.

Entró con cautela, su vista posada enseguida en el hombre alto y apuesto que se encontraba revisando unos papeles en su escritorio.

— B-buenas, Comisario — saludó algo nervioso, entendía que si los llamaban así por radio, era para regañarlos.

— ¿Dónde está su compañero? — preguntó Volkov sin dirigir aún su mirada.

— Ya se había ido cuando usted nos llamó — respondió el de cresta cerrando la puerta detrás suyo.

— Bien, veamos... — Víktor se puso de pie y tomó una tablet que se encontraba arriba del escritorio para luego enseñársela al alumno — ¿Sabe qué es esto? —

— Sí, la PDA, ahí subimos los datos de los detenidos — Horacio lo miró curioso.

Víktor soltó un suspiro pesado haciendo que el menor lo mirara aún más atento.

Roses - [ Volkacio ] - || Omegaverse ||Where stories live. Discover now