XVII-B•Love is slow

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- ¿Observar...? – ya había terminado de lavar los platos y ahora se encontraba prestando completa atención a su charla

- Sí, sí. Lo observas muuuuuy atentamente. Analizas su comportamiento, no solo contigo sino con los demás. Estoy seguro que eso aclarará tu mente. –

- ¿Eh? ¿De qué forma? –

- Tú hazle caso a tu psicólogo. –

- Ah, conque eres psicólogo también. – molestó un poco la humana, tratando de cambiar el tema

- Con tantos años de vida se aprenden muchas cosas, y no creas que no noté que intentaste desviar la conversación. Hablo en serio, obsérvalo. – tras Kooji decir esto, la chica suspiró

- Está bien, supongo que me fijaré más en él... pero desde la distancia. –

- Jejeje, de hecho, era justo lo que te iba a pedir. – ahora ambos dejaban la cocina y se dirigían al patio

- ¿De verdad? No sé cómo eso ayudaría, pero bueno, tú eres el "psicólogo". Y... ¿por cuánto tiempo? –

- Jajaja, ay, Emma, ya lo sabrás, confía en mí. -

///

Habían pasado varios días y las preparaciones iban viento en popa, la mayoría estaba emocionada por el proyecto de paz. Era cierto que había muchos con terror a que los demonios reaccionaran a su acto de forma violenta o negativa, lo que claro, eso no se sabría hasta intentarlo, además que tenían a dos de estos, muy agradables, trabajando junto a ellos por la convivencia. Gracias a Kooji y Luka ese miedo que quedaba se iba perdiendo.

Emma por otro lado carecía temor alguno con respecto a su plan. Estaba bien confiada que funcionaría, aquella noche donde bailó y celebró con los demonios de la villa le reafirmaba que, con suficiente simpatía, los habitantes volverían a verlos como iguales, y ya para ese momento, Jiev no sería un problema, dado a que su pensamiento se contradeciría totalmente con el del su pueblo. Por más que pareciese una ideología típica de la antigua Emma, el estar cien por cien positiva en su plan, en realidad era lo único en lo que estaba segura; en lo referido al resto de su vida, estaba completamente perdida y ansiosa. Por ello, decidía olvidarse de estos problemas y posponerlos para cuando todo surtiera efecto y el mayor de sus sueños se cumpliese. Pero para que esto ocurriese debía trabajar, ocupar su mente, aportar en todo lo que pudiese.

Hoy sería otro día de esos, estaba vez ayudaría a los niños a hacer las coronas y arreglos florales. El día anterior había visto las flores por primera vez, traídas por sus amigos Don, Gilda y Luka. Eran realmente hermosas, con muchos pétalos y de un color morado que parecía hasta mágico y a la misma vez te trasmitían una sensación de melancolía.

Al llegar al jardín pudo ver como otros adultos se habían unido a brindar una mano también, hecho que le agradó ver. Jim la recibió en la entrada y la llevo al lado de Nina y Max quienes se encontraban haciendo unas coronas. Había una a medio hacer en el suelo, pero la pelinaranja no prestó atención, solo se sentó en el césped al lado de ellos, abrazándolos a ambos en el proceso y preguntándoles como les iba el día, incluso halagó a la niña quien tenía una de las flores en su pelo y se veía adorable. Acto seguido, Emma tomó unas flores de la cesta y comenzó a entrelazarlas, de alguna forma, le recordaba a sus sueños con Mujika en las praderas y deseó desde lo profundo de su alma que ojalá estuviese ella ahí.

"¿Acaso este sentimiento desaparecerá?" se lamentó internamente

- Perdón por decir esto, pero... - el pequeño de anteojos interrumpió su tormento mental – a-al principio era un poco molesto hacer las flores. – confesó este

ᴇɴᴅᴇᴀʀᴍᴇɴᴛWhere stories live. Discover now