¿Cómo pudo verme si él se fue primero?

—¿Por qué saliste temprano? —cuestiona.

—No entré a mi última clase —respondo girándome, quedando frente a él pero aún envuelto entre sus brazos. Es una posición comprometedora, mas no tengo que preocuparme: el inmenso pasillo está vacío, y dudo que algún empleado consiga vernos desde los jardines, nos encontramos bastante lejos de las ventanas.

—Lo noté, tonto. —Su semblante se oscurece, enseguida toma mi barbilla consiguiendo que lo mire confundido—. Tu cuello... ¿Quién te hizo esto?

Me quedo inmóvil, sin saber qué decir. No pensaba contarle sobre la pelea que tuve con Fred, ni siquiera creí que hubiese dejado alguna marca. 

—Tengo sueño, debería dormir una siesta —miento rompiendo nuestro abrazo, yendo directamente hacia la habitación. Cuando estoy por tomar el picaporte siento su mano encima de mi hombro. 

—Dominik, tengo derecho a saber si alguien te está haciendo daño —susurra herido, traicionado—. No quisiste decirme quién te dejó esa marca en el muslo, ahora no quieres contarme quién lastimó tu cuello. ¿Cómo te sentirías si alguien me estuviera dañando y yo decidiera ocultártelo? 

Me sentiría impotente, furioso. 

Mierda.

—Lo siento, amor —respondo apenado, de inmediato abro la puerta y entro, él me sigue—. Te contaré qué ocurrió con mi cuello.

—¿Y tu muslo? —agrega.

—No pidas demasiado —le contesto caminando hasta su cama, enseguida me siento cómodamente—. Es un tema que prefiero evitar, lo sabes. 

—Estoy preocupado —musita parándose delante de mí, levanto la vista para ver el tierno puchero que forman sus labios. Siento cómo el corazón se me acelera. Observo con más detalle su sudadera negra, notando que en realidad es mía. 

—¿Quién te dio permiso para usar mi ropa? —cuestiono divertido, recordando la vez que me robó una camisa solo por molestar. Aaron parece avergonzado, evita mirarme. 

—Huele a ti —responde cabizbajo.

Me levanto rápidamente en un fuerte impulso de comerlo a besos, tomo sus mejillas sin ningún cuidado y lo hago. Él no se resiste para nada, incluso agarra mi cintura casi tímidamente. Adoro este lado suyo.

—Amor, estás distrayéndome a propósito —dice en tono reprochador apartándose apenas un poco, le sonrío. 

—No es mi culpa que seas adorable —alego, él rodea los ojos.

—No soy adorable —gruñe mientras se deja caer en la cama arrastrándome con él, termino sentado encima de sus piernas —. Ahora cuéntame qué pasó hoy.

—Es difícil en esta posición, pero lo intentaré... —Pone una mano sobre mi trasero—. ¡Oye! 

—Perdón, eres tentador —se excusa sonriendo—. Continúa. 

—Discutí con Fred —hablo resignado, él deja de sonreír. 

—¿Hamilton se atrevió a tocarte? —Su furia es palpable, todo el buen humor que tiene desaparece en segundos. 

—En realidad es lo menos importante, dolieron más sus palabras —murmuro recostándome sobre él, hay un gran vacío en mi pecho pero intento esconderlo—. Básicamente piensa que soy tu juguete sexual, que no valgo nada. 

—Vales demasiado, más de lo que merezco. —Aaron me acaricia la espalda, su toque logra relajarme.

Él se equivoca, no valgo lo suficiente, no después de las cosas que hice.

Odio Profundo |BL| ©Where stories live. Discover now