Su respiración un tanto agitada y una fina capa de sudor cubriendo su cuerpo, tragó en seco sintiendo su boca seca mientras el sonido de la desagradable alarma continuaba resonando junto a ella, las mantas de la cama la cubrían desde la cadera hacia abajo, y podía sentir el peso de una persona sentada junto a él.

— Oi —llamó por segunda vez dicha voz, y la mirada de la nombrada viajo por toda la habitación reconociendo el lugar, hasta finalmente fijarse en el pelinegro sin camisa frente a él. Su monótono ceño fruncido no hacía juego con su mirada de preocupación.

El silencio inundó una vez que la alarma fue apagada por el pelinegro, la castaña bajo su mirada y llevaba una simple camisa sin mangas blanca ceñida, no llevaba brasier pero traía sus bragas. Miró a su alrededor confusa, pues, aunque reconocía donde se encontraba, aún parecía atrapada en aquel recuerdo de su infancia y había algo que le impedía, o más bien no quería volver a la realidad.

— Me... Me perdí en un recuerdo —comentó, sobando sus ojos con el dorso de sus dedos para aclarar su vista y soltar un profundo suspiro.

— Tú no te enfermas ¿Verdad? —cuestiono el pelinegro con torpeza mientras pasaba su mano por la frente sudada de la castaña, y esta negó tragando en seco—. ¿Te sientes bien? Te alimentaste hace un par de horas, ¿Estás segura de que funciono?

— Claro que funcionó, idiota... Energía maldita es energía maldita, no es como si se fuera a caducar —espetó, y finalmente se levantó de la cama, el pelinegro permaneció sentado en su lugar mientras la observaba fijamente, pues desde luego que no se encontraba convencido de que se sintiera bien.

— Los recuerdos están siendo más seguidos ¿No es así? La otra vez te ocurrió en clases, y siempre pareces enferma luego de eso... Tal vez deberías buscar a otra persona más para recuperar fuerzas.

— ¿Acaso estás rompiendo conmigo, Takeshi? —le miro con un rostro de indignación, y el nombrado solo rodó sus ojos. Finalmente, la ignorante Yashiro que conocía había vuelto. Observo su sonrisa de burla para que luego esta se girara a la cómoda de su habitación y buscara un conjunto de ropa interior nuevo.

— ¿Romper qué? —el pelinegro suspiro pesadamente cuando unas bragas fueron lanzadas a su cara, y en cuanto quito estas, un brasier se le vino encima y lo quito de igual forma irritado—. Oi... No será que... —el silencio invadió por unos segundos, la castaña giro a verle por sobre su hombro mientras se decidía entre la camisa ceñida roja con un pronunciado escote, o la camisa blanca sin mangas un tanto suelta y también con un pronunciado escote.

— ¿Qué? Habla, cerebrito —alargó, tirando los jeans negros con múltiples rasgaduras sobre la cama para ver el rostro pensativo del muchacho, quien luego de unos segundos esbozo una sorpresiva sonrisa ladina de burla.

— ¿Estás envejeciendo? —alzó sus cejas con sorpresa, mientras mantenía aquella leve sonrisa en su rostro.

— Oye ¿¡Quieres morir, bastardo!?  —alzó, tirando ambas camisas en la cara del chico con brusquedad, escuchando como este hacía un esfuerzo por aguantarse las carcajadas, y es que al pelinegro realmente no le agradaba reírse frente a otros, y es por ello que en su mayoría se la pasa con un rostro serio y neutro.

— ¿Y a dónde piensas ir a esta hora? Son las diez y mañana hay clases —espetó, cruzándose esta vez de brazos y volviendo a su monótono rostro serio, pero termino por escoger el conjunto de la castaña dejando la camisa ceñida roja con pronunciado escote junto a los jeans negros y lanzando la camisa blanca al cajón abierto de la cómoda mientras la castaña se dirigía al baño del cuarto.

— No lo sé, por ahí... ¿Me quieres acompañar? —habló desde el baño, y su voz se escuchó con reverberaría.

— No gracias —se limitó a responder, mientras revisaba su celular recostado en la cama y escuchaba como la castaña entraba a la ducha.

— Vamos~ será divertido, apuesto que hayamos una chica linda ¿Cómo te gustan? Ah espera, como yo —carcajeó, y el pelinegro rodó sus ojos suspirando desde su lugar. Ni siquiera se molestó en negarlo.

— Si te pasas de las doce olvida que iré por ti —comentó con seriedad, aunque la castaña tenía más que claro que aquello no eran más que mentiras.

La figura inhumana alzó la mirada al quinto piso del edificio departamental, miró a su alrededor en busca de posibles puntos ciegos y luego avanzó unos cuantos metros.
El lugar era silencioso, por la vía automovilística del frente no había ni un alma, y el lugar era iluminado por los escasos faroles de luz y la luz de la luna. Si la dirección que llego a sus oídos era correcta, entonces tenía las coordenadas de la primogénita en la palma de sus manos, y aunque hacer algo en su contra podía tratar de un suicidio, sabía que con ello ganaba algo de poder.

Ser leal a alguien te da muchos veneficios, como por ejemplo, hacer recados de suma importancia por el otro, incluso si la otra persona es un bastardo que piensa mayoritariamente en el mismo. Pero recados de este tipo son los que te dan cierto poder en la pirámide social o gradual de los demonios y maldiciones sobre la faz de la tierra.
Pero ¿Uno sigue siendo leal incluso cuando tiene ideas de traición? Porque, su lealtad se corrompió un tanto desde el momento en que aquella pequeña criatura se cruzó repentinamente en la vida del gran Rey de las maldiciones.

Aquella cosa que Sukuna se había esforzado tanto por proteger estaba dejando un rastro de energía maldita a donde fuera, incluso sobre personas, como si su vida no se viera en riesgo ante ello, o más bien, como si la vida de quienes la rodean no se vieran expuestas a peligro por otras maldiciones.
Era poco probable que la primogénita se dejara hacer daño por otras maldiciones, pero convivir tanto tiempo entre humanos provoco un gran fuerte de debilidad, así que, las maldiciones intelectuales y demonios de categoría especial sabría que no tendrían que ir directamente a ella para dañarla.

Esa mocosa realmente es irresponsable —espetó en un idioma inimaginable, mientras observaba a la castaña bajar las escaleras a carcajadas con un alto y fornido pelinegro a sus espaldas.

Se alejó unos cuantos metros más intentando ocultar su presencia, y se relajó un tanto en el momento en que la muchacha subió a un carro sin siquiera desviar su mirada cercana a él, luego de unos cuantos minutos, el carro finalmente salió del estacionamiento y desapareció de su visión tras irse por la vía automovilística, y entonces, se preparó para su cometido.

Investigación de hospedaje.

The  firstborn | Jujutsu Kaisen. (Pausada)Where stories live. Discover now