Aunque mis ojos lo ven

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Los pasillos de la Asociación de Cazadores estaban un poco más llenos de lo normal, se podía ver a gente yendo y viniendo por todos lados, habían muchos papeles y carpetas en cualquier esquina. Senritsu observó de nuevo a Kurapika, cuestionando la calma imperturbable que se reflejaba en su rostro, se veía como si hubiera llegado para una más de las reuniones de los zodiacos, de las cuales siempre salía harto y aburrido de poner orden entre sus integrantes.

En lugar de subir al piso más alto para las tediosas reuniones del grupo élite de la asociación, Kurapika había sido citado al sótano del edificio. Mientras bajaban las gradas hacia el salón en el que estaba Cheadle, Senritsu pudo sentir como en el corazón del rubio iba en aumento la angustia e incertidumbre, levantándose sobre todos sus sentimientos la incredulidad. La cazadora y extrabajadora de la familia Nostrade se lamentó profundamente, estaba segura de que el muchacho lo aceptaría, no creyó que fuera a negarse a creer como lo hacía en secreto en estos momentos.

Las paredes color crema quedaron atrás, dando la bienvenida a un color gris, las puertas en los corredores también eran grises, rotuladas solamente con una letra y un número. Justo en donde se acababa el casi eterno pasillo, Mizaistom esperaba de pie junto a la puerta final, el corazón del hombre sonaba pesado y triste.

—Kurapika, hola —dijo el hombre vestido de vaca, tratando de sonreír.

—Hola —respondió seriamente— ¿Se supone que está aquí?

El rostro de Mizaistom reflejó una gran carga y dolor, cada vez afirmando la noticia que habían recibido momentos antes — Kurapika — dijo con tristeza.

—No hagas esto, solo quiero saber si está ahí para poder abofetearlo.

—Kurapika —llamó Senritsu, tratando de hacer que se calmara un poco.

El muchacho volteó a ver a Senritsu y suspiró —Solo quiero pasar a verlo, ¿puedo?

Mizaistom se giró y abrió la puerta lentamente, dejó que los dos visitantes entraran y dijo: —Esta es la morgue de la Asociación, aquí traen a todos los cazadores que fallecen o a las personas que están involucradas en nuestros casos.

La habitación era de un inmaculado blanco, más de quince metros de pared cubiertos de cajones de metal sobrepuestos y varias planchas de metal a lo largo del salón, cada plancha con herramientas quirúrgicas para trabajar. No todas las camas tenían cuerpos, tal vez solo tres o cuatro estaban en uso y al fondo del salón, una mujer delgada con anteojos estaba parada junto a una camilla, viendo hacia abajo el cuerpo que descansaba sobre la plancha.

Kurapika no se inmutó al entrar al salón, solo dirigió una mirada al toro del zodiaco para solicitar su permiso. Al recibir un pequeño movimiento de cabeza, Kurapika comenzó a caminar hasta el cuerpo y su cuidadora.

Observó a la joven presidenta mientras caminaba hacia ella, pudo distinguir el fuerte agarre de su mano en la falda de su vestido y su mandíbula apretada. Al llegar a estar a su lado, divisó que sus ojos estaban cubiertos por una gruesa capa de agua, él aún no se había atrevido a mirar el cuerpo de su mejor amigo.

Después de examinar un poco más la expresión de la presidenta, decidió ver el supuesto cuerpo de Leorio. Estaba totalmente masacrado, pero aún reconocible, tenía muchos moretones y cortes, sus manos se veían muy lastimadas, probablemente se resistió al ataque con todas sus fuerzas; además de los cortes de la autopsia, habían muchos cortes profundos en todo el abdomen y brazos, tenía muchas marcas en el rostro, le cortaron media oreja y los párpados los tenía cortados, como si le hubieran pasado muchas veces cuchillos sobre la piel.

La ganancia del perdedor [Leopika]Where stories live. Discover now