Bajo mi piel. Sandra Sánchez. Capítulo 20.

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CAPÍTULO 20.

Mis ojos no encontraban consuelo. No podía detener las lágrimas que caían como puños sobre mis pómulos. Me abrumaban los recuerdos del pasado, Matt se había marchado, no sabía si volvería para quedarse o para irse definitivamente. Pero sobre todo, lloraba porque estaba sola. La habitación que me había fascinado, ahora me parecía tétrica y oscura a pesar de la luz que entraba por el gran ventanal. Rodé hasta el lado de Matt y olí su perfume impregnado en la almohada. Me dolían las costillas y el pecho de tanto llorar. Lancé un grito ahogado apretando entre mis dedos el pequeño rectángulo. ¿Por qué había tenido que decirle nada? Era estúpida. Le había dado a Matt la excusa perfecta para marcharse. Constantemente desconfiaba de su lealtad y ahora, le confesaba haber sido una cualquiera que se acuesta con un hombre mucho mayor que ella y para colmo, alguien que ha causado la muerte de su mejor amiga por no ser lo suficientemente valiente como para confesar aquella relación o simplemente  huir de la habitación.

Las horas pasaron sin noticias de Matthew. Cada vez me convencía más de que su ausencia era sólo una manera de darme a entender que la relación se había terminado. Me dolía el estómago. No sabía cuánto tiempo había llorado abrazada a esa almohada, pero afuera, el sol ya se había escondido.

Me levanté del colchón con todos los músculos entumecidos y fui hacia el baño. Quería relajarme porque así no iba a llegar a ninguna parte. Por un lado quería desesperadamente llamar a Luca y contarle todo, pero por otro, sólo me quería quedar sola revolcándome en la miseria.

Salí de nuevo al dormitorio y recogí mi teléfono dubitativa sobre lo que debía hacer. Abrí la puerta del baño y miré mi reflejo en el espejo. Ese espejo había sido testigo del amor entre Matt y yo hacía tan sólo unas horas y ahora, me mostraba la imagen pálida y demacrada de una mujer que carecía de alma.

Pasaba una mano tristemente por mi pelo rememorando las caricias de Apolo cuando un objeto a mi derecha  llamó mi atención. Era la cuchilla de afeitar de Matt.

La sostuve entre mis finos dedos pensando en si sería esa la solución a todos mis problemas. Saboreando la liberación. Sufría demasiado y sabía que si me quitaba la vida, quizás otros dejasen de preocuparse por mí. En este punto me consideraba una carga, estaba tan absorbida por el agujero negro que habían creado mis pensamientos, que me consideraba como mínimo un lastre de la sociedad. Brian me había roto en trozos pequeños aquel fatídico día, y si bien me había vuelto a recuperar gracias al apoyo incondicional de Luca y al amor de Matt, sabía que un fino golpe podría volver a romperme. Y ese día había llegado.

Ver la expresión contenida de la cara de Matt cuando se marchaba me había roto el corazón por completo. Su frialdad, y el cómo había cambiado su mirada a medida que le confesaba todo aquello había sido demasiado para mi falsa confianza. Me había desmoronado, y sabía a ciencia cierta que una vez que mi cabeza y mis pensamientos llegaban a ese oscuro extremo, era muy difícil retroceder y volver a la normalidad. Tenía la mala costumbre de en lugar de buscar pensamientos positivos, sólo veía lo malo.

O en este caso lo peor. Perder el amor de Matt me parecía una nimiedad frente a la idea de su indiferencia. No podía soportar que me rechazase así tal y cómo había hecho. Dejándome sola cuando más lo necesito. Sintiéndome repugnante.

Llené la bañera de agua y mientras esperaba, me pareció escuchar como alguien tocaba a la puerta principal. Corriendo salí del baño sin importarme que me había desnudado. No sé cómo pude bajar las escaleras. Al llegar, derrapé en el suelo y abrí cuidadosamente. Sólo Matt y Jeff sabían la localización de la casa, así que no quería que Jeff me encontrase de esa guisa. Me asomé pero no vi a nadie parado fuera. Miré a ambos lados y nada. Mi corazón se encogió un poquito más ante la desilusión de que no fuese Matthew el que había llamado. Me estaba volviendo loca. Si hubiese sido Matt, habría abierto con sus propias llaves.

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