Bajo mi piel. Sandra Sánchez. CAPÍTULO 24.

1K 49 30
                                    

CAPÍTULO 24.

De pronto se escuchó un gran estruendo de cristales rotos. Me asusté tanto que chillé contra la palma de mi mano. Y luego…silencio. Podía jurar que sentía la sangre bombeando en mis oídos. ¿Qué había pasado? ¿Matthew había entrado a la casa ya? ¿O Will ya había venido a por mí? Quería salir y comprobar lo que estaba ocurriendo pero no podía moverme. Era incapaz de disolver esa tensión que flotaba en el aire.  

De pronto se escucharon unos pasos cerca de donde estaba escondida y me asusté. Matthew había entrado en la cocina como una tromba de elefantes. Maldecía constantemente mientras abría y cerraba los cajones. Estaba rezándole a todos los santos que por favor no permitiesen que me encontrase, porque sabía que me mataría sin pensarlo dos veces por haberle hecho aquello.

-          Te has pasado de la raya princesita, tarde o temprano te encontraré. – Gritaba Matthew a la nada.

Escuché cómo abría los cajones del congelador. Estaría buscando un poco de hielo para la nariz y a pesar de toda la situación, sonreí. No le había hecho ni una cuarta parte de lo que deseaba hacerle para cobrarle todo lo que me había hecho pasar, pero era una moneda de cambio muy gratificante. Ahora que no me iba a volver a drogar, iba a ser muy bueno recordar cuánto se había retorcido en el suelo del dolor.

Escuché sus pasos alejándose. Menos mal. Empecé a recobrar la posibilidad de no morir de un infarto por un microsegundo. Miré el teléfono. Will no me llamaba ni tampoco me escribía, así que lo hice yo. Quería salir de allí, pero me preocupaba que Will se encontrase con Matthew de cara y él tomase represalias contra el hombre que me había ayudado tantísimo.

**Ten cuidado, Matthew está en la casa y anda furioso. **

 

Unos segundos más tarde recibí respuesta.

** No te preocupes por eso, ya estoy fuera. **

Respiré hondo. Fuera lo que fuese lo que iba a pasar, iba a ser muy pronto. El momento había llegado. Intenté agudizar el oído pero no podía escuchar nada. Agradecía que fuese de madrugada y que Oliver no estuviese en casa. Probablemente Matthew ya la habría pagado con él de ser así. Unos pasos volvieron a escucharse cerca de mi escondite. Cerré los ojos porque no quería ver si era Matthew el que me había encontrado. La puerta se abrió. Me tensé. Aguanté la respiración esperando a mi final pero una mano suave y arrugada cogió con cariño mi muñeca y tiró de mí sin decir una palabra para que saliese de aquel agujero. Will había llegado.

Abrí los ojos empañados en lágrimas cuando vi el rostro de aquel hermoso viejecito. Will había cumplido su promesa, había venido a salvarme.

-          Sal de ahí con cuidado. – Me susurró. – Me alegro de verte sana y salva, bella.

Tapé un sollozo con mi mano y lo abracé un segundo. Quería demostrarle cuánto significaba lo que estaba haciendo para mí. Iba a preguntarle por Matthew y cómo había conseguido entrar sin hacer ruido, pero vi la puerta de la cocina que daba al jardín abierta y supe que había entrado por ella. Me dispuse a hablarle, pero me puso su dedo índice sobre mis labios pidiéndome silencio. En ese momento ambos estábamos de pie junto al fregadero de la cocina, si Matthew entraba, nos iba a descubrir fácilmente. Will cogió mi mano temblorosa y entrelazó nuestros dedos. Miró hacia los lados y empezó a andar para salir de allí. Aunque seguía con lágrimas en los ojos estaba feliz. Por fin iba a marcharme de aquel infierno. Justo cuando atravesábamos la puerta de madera blanca un escalofrío recorrió mi nuca. Miré hacia atrás y me helé.

Bajo mi piel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora