Capitulo VIII

12 1 0
                                    


Mi cabeza late con un constante ¡tam! ¡tam! No dormí ni un minuto pensando en lo que hice en la tarde del ayer en que base para hacer semejante estupidez.

Los flashbacks asaltan mi cabeza, siento como mis mejillas se calientan de la vergüenza. Mo podía ser una persona normal de esas que solo hablan y ya está. Pues no mi ciela tuviste que masturbar a tu marido y darle un apretón ¡dios que vergüenza!

–¿Jefa? ¡alo! – Jessica mueve su mano delante de mis ojos haciendo que salga de mi trance.

Vuelvo a sonrojarme por segunda vez en el día ¡Jesús maría y José!

Paso mis manos por mi cara – Te estaba escuchando

–¡Mentira! A ver qué era lo que le estaba diciendo. – pregunta esta con una sonrisa en su cara

La miro fijamente – ¡pues no se ¡– dejo caer mi cabeza en mis brazos sobre el escritorio me rio con vergüenza

–Pues que quiere que le diga... así no se puede– Jessica ríe estrepitosamente

Nos miramos fijamente y volvemos a carcajear sin control mi oficina está llena de nuestras risas conversamos otras cosas más que nos lleva al mismo lugar risas, risas y más risas.

Sin previo aviso mi celular suena. Miro la pantalla y es un numero desconocido.

Pongo Mi dedo índice sobre mis labios pidiendo silencio a mi secretaria. esta afirma con su cabeza.

Deslizo el dedo sobre la pantalla contestando la llamada –¿buenos días?

buenos días...

–¿con quién hablo? –

añoraba volver a escuchar tu voz

–Lo siento no entiendo–

Se escucha como el celular pasa a otra persona mientras que la llamada sigue en curso.

–¿Sabrina eres tú? ­–

Esa voz esa jodida voz yo la conozco, creo estar pálida porque Jessica prepara un agua con azúcar con notable preocupación en su rostro. Y con nerviosismo se dirige a su escritorio y teclea algo en el teléfono.

–¿Mama eres tú? –

Hola mi tesoro y soy mama

Miro a Jessica a través del cristal. Me levanto de mi silla sin fuerzas.

–¡cómo te atreves a llamar después de tantos años! –fuego es lo que siento bajar por mi espalda en este momento–

hija las cosas no son como tu piensas

–No, no las cosas son tal cual como yo pienso. Por favor ya no vueltas a llamar. – camino dos pasos mientras mi vista se oscurece.

Tenemos que hablar, por favor cuando estés lista llama a este número.

Alexander se aproxima a Jessica con rapidez y ella indica donde estoy

–No hay nada que hablar–

Todo se oscurece a mi alrededor sintiendo como mi cuerpo cae en una profunda oscuridad. Aun así, aunque no sé cómo escucho lo que dicen

–¡Cariño, despierta! –

–¡mierda tiene sangre!

–se debe haber golpeado la cabeza con el borde de la mesa–

Siento como me levanta en brazos y esos me acurrucan en su pecho cálido y amplio.

Un par de horas más tarde...

El olor a antiséptico me hace despertarme de mi sueño observo el lugar minuciosamente llegando al punto de saber que estoy en una clínica. Trato de levantar mi cuerpo para estar más cómoda pero un dolor en mi cabeza me dejo inmóvil.

–¡¿pero qué carajo?!- llevo mi mano a mi cabeza palpando con cuidado tengo un gran apósito en la parte izquierda de mi frente

La puerta se abre mostrando a una Jessica preocupada. Con un café en sus manos.

–¡Esta despierta, esta despierta! – comienza a dar saltitos de alegría como niña pequeña hasta llegar a mí me abraza tomándome por sorpresa. Le correspondo el abrazo.

Alexander entra en silencio al cuarto mirándome fijamente

–Siempre tan apegada a las sabanas Sabrina– este sonríe

Jessica se aleja de mi ­– los dejare un momento a solas–

–gracias– le susurro en su oído.

Ella sale de la habitación dejándonos a solas

–¿cómo te sientes? – pregunta mientas se sienta a mi lado

–ahora bien– respondo mirando la manta de la cama

–por favor ya no te saltes las comidas y descansa, sé que la estas pasando mal por mi culpa pero no descuides tu salud– acaricia mi mejilla con suavidad– si otra cosa como esta vuelve a pasarte no me lo perdonare.

–Estaré bien lo prometo– tomo una de sus manos, pero ella retira en cuanto la tomo.

–no se si creerte– me mira con pesar. – a veces tus promesas son vacías.

Trago duro por el peso de sus palabras.

–Sabrina tengo que pedirte algo. – este me mira completamente serio

–pide lo que quieras si puedo dártelo te lo daré–

Está bien... quiero el divorcio. – dice este

La tierra se abre debajo de mis pies, pero aun así muestro serenidad.

–dije que te daría algo que pudiera darte y el divorcio esta fuera de mi limite.

–Estas siendo egoísta, ¡mira lo que te cause! – apunta hacia mí en la cama– ya no puedo con el dolor de tu indiferencia, me hace daño.

–Alexander lo que me paso hoy no es tu culpa –acaricio su cuello

–¿no?

–No, hoy me llamo mi madre. Quiere que me junte con ella el que haya aparecido de la noche a la mañana me sento mal por eso me desmaye.

–No, olvídalo no te juntaras con ella– se opone

–No, no me juntare con ella mejor dicho nos juntaremos. Necesito tener a mi ancla a mi lado.

Alexander me mira con ojos grandes­

–Oh mi amor no sabes cuánto te amo– juntamos nuestros labios en un caricia suave y sutil.

–Yo también te amo, y por favor nunca más menciones ¨divorcio"

–Lo prometo– nos fundimos en un abrazo lleno de promesas en silencio.

–Te contare todo, toda mi historia.

–Está bien pero que no sea hoy quiero que descanses.

–¿Te he dicho que te amo Alexander?

–Muchas veces, pero aun así no me canso de escucharlo

–pues te amo. 


¡POR FIN SALIO ESTE CAPITULO!

no que tan bien como yo quería pero nada que hacer el corazón roto me nublo el juicio.

cualquier falta de ortografía o  gramática me lo hacen saber.

gracias por leerme aun las quero


You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Oct 09, 2020 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Lazos RotosWhere stories live. Discover now