Capitulo 3

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Para suerte tanto de Peter como mía, Abril no dijo sus sospechas fundadas. Mientras los preceptores, profesores de informática y un personal de limpieza, intentaban controlar el desastre, los dos simplemente nos unimos a la muchedumbre; fingiendo total inocencia.  

El escándalo nos libró de la hora siguiente de clase, mientras los profes estudiaban los aparatos destruidos totalmente perdidos de lo que había sucedido. Según lo que me dijo Peter, las altas vibraciones y luces cargaron de más las ya pesadas baterías, y estás simplemente se habían fundido. Algunos elementos eran combustibles y por eso había terminado generando una explosión.  

-Fue la cosa más genial que invente jamás -festejó con una sonrisa brillante- cuando lo afine más, lo voy a accionar en el centro comercial. ¡Eso va a ser tan increíble!  

No iba a discutir eso con él, después de todo el desastre había sido culpa mía, pero todavía había algo que me picaba. No le había dicho a Peter que Abril me había descubierto, sabía que lo volvería loco, más aun cuando estaba todavía bajo observación desde su última aventura. Aun así no creía que sucediera nada. Si ella hubiera querido decir algo, lo hubiera hecho al momento.  

¿Verdad?  

En fin, el resto del día se hizo más rápido después del incidente de los celulares. Peter no paraba de darme explicaciones a las reparaciones que estaba planeando, las cuales después de un par de minutos se volvieron tan complicadas que no las entendía en lo absoluto.  

Mi mente solo se concentraba en no mirar a Abril, teniendo la sospecha de que una parte de ella combatía con el mismo monstruo.  

Finalmente el día escolar concluyó después de una agotadora clase de matemática. El mundo se estaba acabando, ¿Qué importaba cual era la estúpida raíz de x? Era una información inútil para cualquiera de las décadas.  

Peter me alcanzó a mi casa, como todos los días, en su auto eléctrico de último modelo. La utilización de combustible se había restringido bastante en los últimos años, dado que el petróleo se había vuelto tan escaso frente a la exigencia del aumento demográfico. Por unos años el mundo estuvo en una crisis, ya que la mayoría de los transportes y productos se producían con sus derivados, pero finalmente algunos científicos pudieron aislar ciertos elementos para construir polímeros que les reemplazaran. La nafta y el gas se reemplazaron con electricidad, e incluso se hicieron invenciones más arriesgadas: autos cuyos motores funcionaban con líquidos menos especiales o incluso a base de reciclaje de productos naturales.  

Mi padre había querido comprarme un auto de los nuevos, en un intento de apoyar los nuevos diseños, pero me negué repetidamente. No porque no estaba de acuerdo con la política, la cual me parecía genial y saludable, sino porque me molestaba ser usado a su antojo. Yo era feliz manejándome con una bicicleta, así que no veía porque debía comprarme un auto si no lo quería. La pelea con mi padre al respecto fue interminable, pero finalmente entendió que no daría el brazo a torcer.  

-Avergüénzate usando esa cosa entonces -dijo. La cosa, por supuesto, era mi bicicleta, las cuales habían dejado de usarse como medios de transporte hacía ya varios años. Por unos cuantos años la gente las habían seguido usando como entretenimiento físico, pero ahora rara vez se veía alguna. La mía era de mi abuelo, la cual había ido restaurando mediante piezas que fui encontrando en ferreterías viejas y casas de empeño. No estaba mal, los frenos funcionaban e incluso tenía cambios de velocidad como los autos, pero para mi padre era casi deshonroso usar algo como eso frente a nuestras comodidades naturales. Desafortunadamente para él, su oposición solo me convencía más de que era una buena idea, enfrentándonos en un círculo vicioso.  

Claro que cuando Peter consiguió su propio auto, ni en sueños pensaba dejarme yendo a la escuela en bicicleta, así que empezó a buscarme. Supongo que fue un punto en donde mi padre y yo pudimos acordar paz.  

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