Capitulo 2

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No pude dejar de pensar en las palabras de Peter, lo que iba completamente en contra de mis normas de involucrarme. Después de todo, preocuparse significa actuar. Actuar significa sobresalir y honestamente, no soy bueno para estar bajo el foco. Esa era una de las razones por las cuales me mantenía al margen de la sociedad, pero, por primera vez, la curiosidad me estaba ahogando, tanteando mi cordura. El asunto era demasiado sospechoso como para que fingiera que era nada.  

¿Qué tendría esta chica que había hecho que la gente se tomara tantas molestias para mantenerla oculta? Las posibilidades eran muchas y al mismo tiempo pocas. Muchas, porque mi mente no paraba de recrear razones, y pocas porque en el mundo en que vivimos, los pasados son peligrosos. No era una realidad justa, pero era la actual, más dura de lo que había sido hace décadas atrás. Cuando todo lo que teníamos alrededor caía, incluso las personas que conocías desde hacía años se tornan sospechosas, capaz de clavarte un cuchillo en la espalda cuando la situación llegara. Y ahí, la sospecha se vuelve tu enemigo. Tu pasado, tus secretos, todo podría caerte en contra.  

Y si esta chica había sido mantenida escondida debía cargar su mochila de historias, lo que podía ser peligroso para ella e incluso para todos.  

Yendo totalmente en contra a mis propias normas, no deje de pensar en ello ni cuando la clase de informática comenzó. Incluso lancé algunas miradas robadas a la puerta, en espera de que Jeremías trajera a la chica nueva, pero no apareció. Tal vez no comenzara hoy, supuse, pero me encontraba ansioso por una razón que no entendía.

Ahora, pienso que era el destino torturándome, burlándose al sentenciar mi vida a un cambio rotundo.

Tuve el impulso de decirle a Peter si podría averiguar algo por la computadora de nuevo, pero no creí que fuera buena idea. No porque él fuera a negarse, mi amigo saltaría por la oportunidad de retar nuevamente a la seguridad de la escuela, pero sabría que ahora con el profesor cuidándonos solo significaría meterlo en problemas.  

Y aunque Peter decía que era meterse en aprietos lo que lo hacía vivir, yo quería evitárselos; aun cuando mis buenas intenciones tuvieron que luchar ferozmente para vencer a mi curiosidad; ese monstruo que una vez liberado era tan difícil de detener.  

Para cuando la clase terminó, mi cabeza estaba tan liada que parecía como si alguien la hubiera puesto en una licuadora. Peter me contaba sobre un programa que había diseñado la noche anterior, una aplicación telefónica que enviaba un zumbido a los celulares cercanos y los dejaba sin uso como por una media hora. No sabía quién iba a querer descargar algo así excepto gente de un humor tan perverso como el suyo, pero él parecía emocionado, obligándome a dejar mi celular en los casilleros para probarlo en clases. No sabía para que gastarme. Aunque funcionara, mi celular estaba tan apaleado y retrasado que un apagón de media hora tal vez sería la única novedad que tendría con él.  

Peter ya me molestaba todo el día por ello, insistiéndome una y otra vez que me comprara otro o al menos, le permitiera hacer alguna de sus "transformaciones", pero yo prefería que no. El celular me servía para lo que lo usaba: mantenerme en contacto para asegurar a mi madre que seguía vivo y como reproductor de música. ¿Qué importaba si no tenía televisión por cable o dos petabytes de memoria llenos de bases de películas o aplicaciones inútiles como medidores de temperatura? A mí no me parecía necesario, aun cuando Peter lo considerada un sacrilegio solo pensarlo. Supongo que esa era la enorme diferencia entre nosotros: su necesidad y amor por la tecnología, y mi repelencia a usarla.  

Mientras el profesor comenzaba la clase y Peter luchaba para afinar la aplicación lo mejor posible, fue cuando sucedió el hecho garantizado por el destino que cambiaría mi vida para siempre.  

El señor Godini recién estaba empezando otra aburrida disertación histórica, un nuevo refriego de cómo nuestros errores eran quienes nos estaban condenando, cuando Jeremías tocó la puerta interrumpiéndole.  

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