Capítulo 30

3K 198 20
                                    

Julieta

El sonido de mi celular interrumpe mi muy pacífico sueño, me doy la vuelta en el sofá de mi sala que casualmente lo siento más cómodo que nunca. Después que se fue Rodrigo la noche anterior, me quede acostada en el sofá llorando sin consuelo alguno y dejando que la soledad causara caos en mi interior, y no se en que momento paso, me termine dormida en el sofá y allí quede toda la noche.  No quiero abrir mis ojos, no quiero afrontar de nuevo mi actual realidad, solo quiero pasar este sábado durmiendo y olvidándome del mundo hasta que sea lunes y puedo empezar a trabajar de nuevo en mi fundación en el registro. Pero mi celular no deja de sonar y eso me obliga a medio abrir un ojo para buscar mi celular en la mesita de estar en la sala. Cuando por fin lo encuentro, mas alla que aca, contesto la llamada maldición en mi interior a la persona que interrumpió el poco de paz que tengo en mi disfuncional vida.

—¿Hello? —contesto con cierto fastidio y acostándome boca arriba mientras froto mi mano por mi rostro.

—Hola mi loquita —de inmediatamente reconozco la voz de Juancarlos, y mecánica alejo el celular de mi rostro para rectificar si es su numero, y efectivamente es él —¿como amaneciste? —me pregunta con mucho interés.

—Hola Juancarlos —digo tratando de despertarme —amaneci mas o menos, pero lo importante que no he muerto y los gatos del vecino no han venido devorado mi cadáver todavia —escuchó la carcajada de Juancarlos resonar a través del teléfono, y eso me hace crear una sonrisa en mi rostro.

—Ese sentido del humor tuyo te meterá en problemas ¿sabes?

—Así me han dicho, ¿y? De algo nos vamos a morir ¿no? —expreso con cierto malhumorada y Juancarlos lo nota.

—¿Que tienes? Te siento algo tensa —expresa con cierta preocupación — ¿paso algo anoche con tu visita misteriosa?

—No paso nada, todo esta bien —miento, no quiero hablarle de Rodrigo, no quiero enfrentar eso con nadie por ahora.

—Te conozco Julieta, ¿por qué no hablas conmigo? Solo quiero saber lo que tienes para ayudarte.

—¿Sabes lo que es? —expresó con falta de paciencia — es que estoy cansada que todos a cada rato me pregunten que si estoy bien, estoy cansada que todos piensan que no puedo cuidar de mi misma y estoy cansada que todos me traten como si fuera ¡una maldita muñeca de porcelana! ¡Estoy bien! ¡ya te lo dije! —hay unos minutos de silencio hasta que Juancarlos vuelva hablar.

—Lo siento, ya no te volveré a molestar Julieta —antes que pudiera decir algo, el ya habia cortado la llamada —pongo mi celular en la mesa y me siento en el sofá, de inmediatamente me arrepiendo de mis palabras. Es que estoy tan enojada con la vida que saque mi rabia con la primero persona que se me a travieso y por desgracia esa persona fue juancarlos. Parece que la vida conspira contra mi y nunca me da un ratito para respirar; primero coma por tres años, después me meti a pedo con lo de Ariel y eso fue una dolorosa realidad. Apenas estoy simulando lo que paso cuando regreso a Honduras a darme cuenta que mi madre se esta muriendo de cancer y por desgracia la termino perdiendo; ahora cuando por fin siento que mi vida tiene algún tipo de proposito y una visión para el futuro, regresa a mi vida el autor de mis desgracias haciendo derrumbar la poca estabilidad que tengo. Siento que no puedo escapar de mi pasado, que siempre habra una incertidumbre de que algún terrible secreto regresara morderte en el culo cuando menos lo estoy esperando.

Gruño en frustración y me siento horrible por la forma que actúe con Juancarlos, como si las cosas no serian lo suficientemente difícil para nosotros y ahora vengo yo a meter la pata. Como siempre, tengo que arruinarlo todo. Me vuelvo acostar sin reconciliar el sueño, pienso en volverle a llamar a Juancarlos para pedirle disculpas, pero antes de que haga el impulso para hacerlo, vuelve a sonar mi celular, lo agarro de la mesita de nuevo y veo que es un numero desconocido y con rapidez contesto.

La Promesa✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora