Capítulo 10: "El ángel caído"

245 11 0
                                    

Mi corazón latía a toda prisa, sentía que iba a reventar. Di un paso hacia al frente quedando a solo centímetros de Gustave. Estaba desesperada, tanto misterio me tenía hecha añicos por dentro. No lo resistía ni un segundo más. Así que esta vez fui yo la que lo arrinconé sin darle oportunidad a que pueda evadirme la mirada, a tan si quiera poder dar un paso en acto de querer apartarse un poco. Por mi parte puedo decir que estaba casi temblando. Sentía frío y calor al mismo tiempo, miedo y valentía. Llena de bríos lo miré intensamente a los ojos percibiendo como este clavaba esos azules zafiros en los míos con discreto asombro y ansiedad.

Pareció aguantar la respiración cuando me detuve tan cerca que casi podíamos chocar nuestros cuerpos. Jugué con el suspenso a mi antojo, alcanzando mi objetivo, al fin ponerlo nervioso. O al menos eso quise pensar al ver como aceleraba su respiración a medida de mi cercanía.

-Dime Gustave, ¿todo esto tiene que ver con lo que me dijiste una vez?-pregunté en un susurro sintiendo el calor de mi aliento rebotar en su faz.

La forma de verme de Gustave cambió. Sonreía con los ojos, remojó mesuradamente sus labios con la punta de la lengua. Eso me turbó haciendo que me abochornara un poco pero lo ignoré recordando que ahora yo era la del control. Así que en una voz acaramelada que para mi sorpresa salió espontánea finalmente me dispuse a decir: 

-Y su sangre no resista al amanecer, volviéndose piedra junto con todo lo que es...

No dijo nada. ¿Por qué no dice nada? Eso me hizo dudar de haber hecho lo correcto. ¿Y que si eso fue una alucinación, un momento de mi confusión de la realidad? ¿Sería un sueño? Es muy difícil cuando no se puede ni confiar en tu propia mente.

Ahora todo dependía de su respuesta. Me había arriesgado cosa en la que anteriormente había demostrado no ser muy buena. Bueno Scarlett prepárate…

-¿Scarlett?

-¿Sí?

Miré sobresaltada a la puerta. Ness aparecía con su mochila y un par de libros en la mano. Al verla como un reflejó me separé de Gustave, acomodándome el flequillo detrás de la oreja. Ness no pudo ocultar una reacción suspicaz ante nuestra presencia.

-Vi a Rey en el cambio. Y por su cara supe que había hecho algo y muy malo. Pero jamás pensé que tanto-dejó caer sus libros en el suelo y presurosa caminó hacia Gustave.-¡Santo Dios! ¡Mira como te ha puesto!

-Me duele mucho-profirió en un sobreactuado gimoteo.

Mientras Ness le acariciaba con mimos sus golpes, trazándolos delicadamente con sus dedos, aun horrorizada de la obra hecha por su hermano.

-¿Cómo nos encontraste?-pregunté sin poder evitar poner los ojos en blanco ante el ya exagerado comportamiento de víctima de Gustave.

-Rey me dijo que los buscara aquí. Que la biblioteca es al parecer su punto de encuentro. Esa parte no la entendí muy bien. ¿Por qué diría algo así? De casualidad ustedes dos, ¿se ven aquí muy a menudo?

Gustave y yo intercambiamos una mirada y justo tal como si me hubiese escuchado me relevó del tener que mentir. 

-Ness-murmuró tomándola por la barbilla con cariño.

¿Pero qué hace? ¡Cómo se nota que no ha aprendido nada!

Ness estaba hipnotizada otra vez por él.

-Ni se te ocurra embaucarla-articulé sin voz y Gustave leyendo mis labios captó el mensaje diciéndome un “descuida”.

-Quisiera disculparme contigo por haber sido el peor de los hombres. Fui un insensible. No debí de haber manejado las cosas de esa manera. Pero es que no encontraba la forma en… entiende es difícil dejar de ver a alguien tan especial como tú.

Amanecer de la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora