Capítulo 1.

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Era un viernes por la mañana cuando Violeta se dirigía al mismo parque de siempre, el cual, está situado en pleno centro de Cádiz.

Como era de costumbre, la muchacha se sentaba en el mismo banco de siempre, era como si se lo hubiesen adjudicado exclusivamente para ella. Cada temporada llevaba un libro diferente, justo ese día estaba indecisa y no sabía cual coger.

Después de estar mas de media hora dando vueltas en su biblioteca personal se decidió por el libro titulado "Perdona si te llamo amor" de Federico Moccia. Definitivamente, no era una temática que le apasionara. De hecho, detestaba la temática de ese estilo de libros pero al menos le ayudaría a pasar la mañana.

En ese preciso momento, un muchacho llamado Anthony se dirigía a su tienda de comics favorita "Comiclandia" como cada día.

 Al entrar a la tienda, lo primero que suele hacer habitualmente es ir a las estanterías  de "Últimas Novedades". Siempre iba con intención de mirar pero siempre era débil y caía en la tentación de comprar algún cómic. Como siempre se decía a si mismo "La carne es débil pero yo soy la excepción. Yo soy débil a los cómics".

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Casi siempre los viernes de Minerva son iguales, se acababa de levantar y se dirigió hacia el aseo. Lo primero que hizo fue prepararse un baño con sales aromáticas, seguidamente se quitó la ropa, la colocó en una pequeña banqueta que tenía y se sumergió en el agua cristalina.

De repente, le apeteció un  baño con espuma. Al tener a su alcance un bote de jabón aprovechó y añadió justo debajo del grifo una pequeña cantidad. En cuanto se creó una nube inmensa de espuma, paró el grifo y puso el bote de jabón en su sitio.

Un minuto después se tumbó a todo lo largo, por unos minutos se dedicó a cerrar los ojos y con sus manos extendió la nube de jabón que se había formado.

Esteban, se acababa de incorporar en su puesto de trabajo pero en la agencia, la cual estaba en Córdoba, no había ningún aviso importante. Se dirigió hacia su despacho, se sentó y se puso a ver los antiguos expedientes a los cuales se había dedicado los últimos tres años. Mientras se dedicaba a leer, se bebía un café bombón.

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Dos amigos llamados Rubén y Javier se encontraban en su piso compartido. Rubén, se encontraba en el salón jugando al FIFA mientras que Javier acababa de vestirse en su habitación.

Definitivamente no era el mejor día de Javier. Al supervisar que todo estuviese en orden en su habitación, salió de su cuarto y se sentó junto a su gran amigo.

Rubén terminó la partida y se quedó por un instante mirando a su amigo.

—¿Jugamos la revancha? —preguntó decidido a ganar.

Javier lo miró y le contestó con un monosílabo.

—No.

Su amigo soltó una carcajada y le contestó de forma burlona .

—Cómo sabes que te voy a ganar.

Javier estuvo un minuto sin decirle nada, pero de un momento a otro lo miró y dijo seguro de sí mismo.

—No estés tan seguro.

Esmeralda después de desayunar, cogió el coche y se dirigió a la guardería donde trabajaba.

Al  ser viernes, habían menos niños ya que muchos padres aprovechaban su día libre para pasarlo junto a sus hijos, cosa que si ella tuviera algún día también lo haría.

Nada más llegar, aparcó y entró en el salón principal.

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A Arielyn lo que más le gustaba era estar en su cama hasta último momento. Los viernes por la mañana se solía levantar un poco más tarde ya que su turno en el hospital empezaba a las 13h del mediodía.

Justo ahora son las 10 de la mañana pero ella aún no se había levantado. La noche anterior tuvo un presentimiento, el próximo sueño que tuviera  iba a ser especial pero muy triste.

Debido a eso, le costó dormirse. Como ningún otro sueño le había creado una cierta incertidumbre.

La familia de Michael  cada vez estaba más preocupada, su hijo no ha aparecido en toda la noche.

Por más que llamaban a sus conocidos, amistades y familia nadie sabía el paradero de su hijo. Nada de lo que estaba ocurriendo les estaba gustando. De repente empezó a sonar el teléfono fijo con insistencia y la madre de Michael respondió lo más rápido que pudo.

—¿Si? Dígame.

De pronto se escuchó mucho ruido de gente hablando y se notó como si la persona que estaba detrás del teléfono pronunciara algo.

  —Buenos días, ¿Estoy llamando a la casa de Michael Arango Cazorla?


















Un capricho del destino©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora