Capítulo 12.

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Anthony se acarició el tobillo y el brazo dolorido.

—Auch  —pronunció sin poder evitar quejarse— ¡Maldita sea la hora! Respira Anthony no te das cuenta de que te puede ver y lo puedes arruinar todo  —dijo mentalmente.

La gente que estaba dentro de la tienda se quedaron mirando al joven chaval y el les hizo avergonzado un gesto de que no le ocurría nada.

Violeta miró de nuevo todo lo que le rodeaba pero más miedo sintió cuando desde lejos escuchó el quejido de Anthony. La muchacha sentía que se estaba volviendo loca.

Segundos después miró que nadie la siguiera ni vigilara sus pasos y a la mínima oportunidad salió corriendo sin dejar rastro.

Por otro lado Anthony se asomó a la puerta y no la vio. Sintió que se le caía el mundo encima. Salió despavorido y de repente vio a una joven con las mismas características que la anterior.

—Gracias, mil gracias señor. Es ella, te debo una  —dijo mirando al cielo.

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Minerva dejó que ese hombre tan espectacular la llevara al asiento de la mano. Ella se sentó y no podía parar de pensar en el ser más bonito y especial que acababa de conocer.

Esteban al ver que la joven estaba acomodada se sentó en su sitio con una gran sonrisa.

—Bueno ¿Desea algo de tomar antes de empezar a charlar?  —preguntó.

Minerva lo miró atenta.

—No gracias. Ya bastantes molestias le he causado  —contestó tímida.

—No es ninguna molestia. Si puedo ayudar en algo yo encantado  —dijo amablemente.

Minerva sonrió inconscientemente.

—Gracias de verdad, le digo lo mismo  —aclaró ella ofreciéndole su ayuda también, si se diese el caso.

—Y bien, antes de empezar por qué no me tratas de tu. Tutéame, me siento viejo si me tratas de usted —se rió Esteban.

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Javier miró a Esmeralda y ella al notar el gesto se quedó mirándole también. Ambos se miraron tiernamente y se dedicaron una dulce y cortés sonrisa mientras Rubén indignado le hacía burla a su amigo sin que ninguno de los dos se diese cuenta.

—Bueno, como por lo visto vamos a pasar un buen rato juntos los tres.. —rompió el hielo Rubén para llamar la atención de ella.

—Ay si, ¿Cómo te llamas?  —interrumpió Javier a su amigo del alma.

Esmeralda los miró risueña y entre risas, mientras Javier se sentía triunfador y Rubén sentía que odiaba a su amigo cada vez más.

—Me llamo Esmeralda  —contestó ella—.   ¿Y vosotros? —preguntó.

Esta vez era su oportunidad. No pensaba dejar que Javier se le adelantara de nuevo.

 —Encantado guapa. Yo me llamo Rubén y este feo se llama Benigno Eusebio de los matorrales.. ya me entiendes. Ahí no se depila  —dijo bromeando.

Esmeralda se rió y Javier le dio una colleja a su amigo.

—Muy gracioso Alfonsino de los laureles, ya te puedes imaginar le encanta echarle laurel a las comidas y a los que no son comidas.. —afirmó Javier sacando la lengua.

Rubén le dio dos besos a Esmeralda y le devolvió la colleja.

—Sois la leche. Se agradece encontrar a personas tan agradables como vosotros —pronunció sonriente.

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Arielyn los miró esperanzada.

—Si gustan ahora mismo  —contestó.

El matrimonio se miró más calmado.

—Si por favor. Se lo agradeceríamos con todo nuestro corazón  —contestó la señora.

Arielyn recogió todos los papeles y los guardó como oro en paño. Se levantó de su asiento y se dirigió hacia la puerta.

—Bien, pues no esperemos más  —dijo dándoles paso.

Los padres de Michael se levantaron y salieron. Arielyn acto seguido salió del despacho y cerró con llave su consulta.

—¿No le causará ningún problema que lo veamos?  —preguntó el padre preocupado por si perjudicaba a la amable doctora.

Arielyn sonrió.

—No tranquilo. No se preocupen, solo síganme  —contestó.

La muchacha se dirigió al lugar donde estaba el paciente y entró acompañada de los padres. Ellos al ver a su hijo en esa cama postrado no pudieron contenerse y empezaron a llorar.






Un capricho del destino©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora