Capítulo 17.

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Dos meses después..

Como cada día después de dos meses, Anthony se dirigía a casa de Violeta. Iba caminando cuando vio una floristería en una esquina.

El muchacho cruzó la calle con cuidado y entró en el establecimiento. Una muchacha con cabello rojizo lo miró.

—¿Puedo ayudarle en algo?  —preguntó la dependienta.

El muchacho se detuvo ante un jarrón de rosas y cogió una.

—Esto.. si ¿Cuánto cuesta una? —dijo dudoso.

—Esas son del día y su precio es de 2,50 euros —añadió ella—.Si necesita algo, puedo ayudarle.

Anthony se acercó a la empleada.

—En realidad, no se lo que quiero. Esto podría ser una opción, ¿No?

La muchacha asintió.

—Si, pero hoy tenemos una promoción que igual le puede interesar  —sonrió.

—¿Cuál? —preguntó él.

La dependienta le enseño de un catalogo un ramo de flores con un oso de peluche mediano.

—La promoción del día es que si te llevas el peluche con el ramo te saldría a 8 euros. Si desea una tarjeta de regalo, el precio aumentaría a 8,50 euros    —explicó.

Anthony la miró sorprendido.

—¿De verdad? Wow, menuda ganga  —dijo.

—Si, la verdad es que merece la pena. Aunque hacemos ramos de todos los precios, solo por el peluche ya merece la pena —anunció ella.

—Pues sí, deme una oferta  —dijo decidido.

—Dígame las flores que le gustan y se lo hago ahora mismo  —preguntó la dependienta.

El joven le dijo el efecto que quería en el ramo y eligió las flores. La empleada lo hizo con mucho cuidado y empeño, lo envolvió bien con papel de celofán y lo decoró precioso.

—¿Te envuelvo el peluche?  —preguntó mirándole.

—Si por favor. Con papel de regalo, póngame la targeta también  —contestó.

La dependienta hizo todo tal cual como le dijo y cogió la targeta que escogió Anthony.

—¿Qué escribimos en ella?  —preguntó ella.

 —¿Puedo escribirla yo?  —preguntó Anthony.

Ella se la acercó junto a un bolígrafo. En el interior de la tarjeta escribió:

Esa mitad de ti.

El muchacho metió en el sobre la tarjeta y se la dio. La dependienta le puso todo correctamente para que se lo llevara todo y él le pagó, minutos después se despidieron y el salió de la floristería satisfecho.

Como otro día más se las ingenió con la ayuda de la vecina para dejarle el regalo en la puerta a Violeta. Al terminar posó sus labios de nuevo en la puerta y se dirigió hacía su casa.

Violeta llegó de hacer unos recados antes de lo previsto y nada más subir a su planta se encontró con la espectacular sorpresa que la estaba esperando. Emocionada cogió todo y entró en el interior de su casa, nada más cerrar se sentó en el sofá para ver todo. En primer lugar, abrió el paquete del peluche y inmediatamente lo abrazó como si fuese una niña pequeña.

En segundo lugar miró el ramo hipnotizada y por último abrió la tarjeta. Cada día se hacía la misma pregunta, ¿Quién podría ser la persona anónima?, ¿Porqué me escribe esto?. Aunque no supiese quien es la persona sentía que los unía algo muy fuerte.

Un capricho del destino©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora