Capítulo 5: Cuestionarse a sí mismo

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Normalmente a las personas le fascinaba un sábado, era el día de descanso, de paz y tranquilidad y lo más esperado de la semana, pero a Verne no le gustaban porque era su día lejos del estudio. Para él, Radio Stardust era parte de su hogar, su pequeño grupo era como una segunda familia, llevaba casi dos años en eso y no podía verlos sólo como compañeros, sino como amgos.

Estaba en una vieja cafetería frente El Gato Negro, cuyo nombre no estaba puesto en la entrada, tenía un café moca en la mano y miraba a las personas entrar y salir del bar frente a él. Por su mente pasaban miles de ideas para conversar en la radio y posibles conversaciones que deseaba tener algún día con Ruth.

Ruth.

Le gustaba esa chica desde hace dos meses cuando ingresó como pasante, quizás sólo era la curiosidad que su silencio le causaba, o tal vez era que su rostro le mostraba tranquilidad; verla le daba tranquilidad.

Ese día no debía darle un regalo pero tenía toda la tarde para pensar cómo podía sorprenderla al día siguiente. A pesar de verla casi todos los días, no conocía realmente a Ruth, no sabía que le gustaba, o qué pensaba de ciertas cosas o que le quitaba el sueño, y para él era un poco frustrante porque necesitaba saber más de la chica que robaba toda su atención.

— ¿Qué estamos viendo? —dijo Nicolás haciendo que Verne pegara un brinco de la impresión—. ¿Te asusté, guapo? —se rió—. Te estoy escribiendo al celular pero no me respondes.

— ¿Cómo supiste en donde estaba?

—Siempre vienes aquí los sábados—respondió—. Eres muy predecible, compa—le dijo y subió sus pies sobre el banco en el que ambos se encontraban.

—Estaba pensando en qué le compraré a Ruth para el último día—dijo—. ¿Qué puedes regalarle normalmente a una chica?

—No sé—se encogió de hombros—. Cosas de chicas—rió—. Emm, a mi hermana le gusta el maquillaje.

—A Ruth no le gusta maquillarse.

— ¿Ropa?

—No conozco su talla.

— ¿Accesorios?

—No la veo usando ni aretes y pulseras—respondió, Nicolás rodó los ojos cansado.

—Entonces eres un mal stalker, cuando te gusta alguien debes saberlo todo—le dijo—. Así como tu amia secreta sabe las cosas que te gustan.

—No creo gustarle a mi amiga secreta.

—Compa, cualquier chica que decida gastar su dinero en ti en vez de gastarlo en no sé...comida, está más asegurado que le gustas—respondió, Verne dudó en sus palabras, gustar era algo bastante serio y no se creía capaz de eso.

—Como sea, acompáñame al bulevar para poder encontrar algo para Ruth—Nicolás asintió y se levantó del banco para caminar junto a Verne.

—Iré a Coramora para Navidad—dijo—. Te traeré un helado de Sunny Ice para que no llores—se burló, Verne sólo negó y continuó con el camino hasta el bulevar.

Como no quedaba muy lejos—o quizás en Leosville todo parecía quedar cerca—, en menos de quince minutos llegaron al lugar. El bulevar era uno de los lugares más céntricos de la ciudad, estaba lleno de cantidades de personas que estaban seguramente en las mismas que ellos.

—Ahí trabaja Nath, ¿entramos a saludar? —señaló una tienda de discos, Verne alzó uan ceja.

—Últimamente tienes mucho interés en ella, ¿te gusta? —Nicolás frunció el ceño y se apresuró a negar.

—Para nada, sólo me parece interesante—respondió y tomó del brazo al chico para acercarse y entrar a la tienda—. ¡Nath! —dijo y caminó hacia ella.

Verne observó el lugar, estaba decorado con guirnaldas y bastones de caramelo—no de caramelo real—, haciendo que tuviese un toque bastante navideño. Miró a Nathalia, la cual llevaba un gorro de santa Claus puesta y sonrió ante la imagen; Nathalia y navidad era una combinación rara. Sabía, gracias a tenerla a su lado en clases siempre, que no le gustaba la navidad o no le gustaba como a él la navidad.

—Verne, Nicolás—dijo ella—. ¿Vienen a comprar algo o sólo pasan para molestar? —Nicolás rió.

—Verne tiene que darle algo a su amiga secreta de la radio y necesita ideas.

—Un disco es una buena opción—dijo ella—. Tenemos a casi todos los cantantes y bandas del momento; si compras La chica que conocí de Kloss, te viene con una franela de promoción.

—No sé si le gusta Kloss—Nicolás se llevó una mano a la cara.

— ¿Por qué no mejor nos dices qué sí sabes de ella? —preguntó el rubio rodando los ojos, Nathalia rió por eso.

—Paso número uno para dar un regalo—dijo Nathalia—; conocer algo sobre la persona a la que le darás el regalo.

Verne se cruzó de brazos y suspiró, no le gustaba que ambos chicos se juntaran para molestarlo o para demostrarle que no sabía nada sobre la chica que le gustaba. Eso le hacía cuestionarse sobre qué le gustaba realmente de ella.

~•~

Resumen de la situación: Verne no compró nada ese día.

Llegó a su casa y sacó su celular del bolsillo y por primera vez en los dos meses que llevaba conociendo a Ruth, decidió buscar su perfil en las redes sociales y así saber qué podía gustarle.

La encontró rápido y suspiró de alivio al ver que tenía su perfil público. Miró por encima las fotos que tenía en Instagram y luego comenzó a detallar las historias que tenía destacadas, era un alivio que no podía saber que estaba revisándola.

Se fijó en su última imagen, aparecía ella con un libro de recetas de pastelería en la mano y tenía un pié de página que indicaba que le gustaba preparar dulces. Verne sonrió ante la idea de un posible regalo relacionado a la pastelería, podía regalarle los días que quedaban pequeños postres con motivo navideño.

Ahora sólo faltaba encontrar el regalo ideal para la noche final. Pensó que al día siguiente podría averiguar un poco más de ella.

Su papá tocó la puerta y entró al momento, el chico fijó su mirada en él y luego en la hoja de papel roja que llevaba en la mano.

—Encontré esto pegado en la puerta de la entrada, imagino que es tuyo—Verne se acercó y tomó la hoja, su corazón se aceleró de la felicidad al ver que era una nota.

«No tengo regalo para ti hoy, te dije que no te lo daría, pero lo que no dije fue que no te escribiría.

Faltan pocos días para navidad, así que espero que estés comprando mucho ponche y galletas para pasar el día.

Feliz casi navidad, Verne.

Att: Tu (no) amiga secreta.»

Sonrió ante la nota y una nueva pregunta apareció en su cabeza.

¿Cómo sabía su amiga secreta en dónde él vivía?

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Buenas buenas, aquí Génesis ¿quién allá?

Hoy no hay regalo de amigo secreto :c pero espero les haya gustado el capítulo. 

A 12 regalos para NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora