Capítulo 3: Sacerdotisa Iris

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El viaje en tren no fue excesivamente largo. Duró aproximadamente una media hora a pesar de que pronto se empezó a visualizar la nieve en el paisaje. El lugar donde el Templo Hazakura estaba situado estaba a bastante altitud y solía nevar cuando las fuertes tormentas azotaban la ciudad.

Me bajé del tren y empecé a tiritar de frío. El agua me calaba hasta los huesos y el sol ya se había ocultado por completo. No era el día ni la hora más adecuada para ir, pero eso a mí me daba igual. Tenía que hablar con Iris pasara lo que pasara.

Desde la entrada al templo pude divisar el Puente Oscuro. Ahí es donde había tenido lugar el secuestro falso que Dahlia había planeado según leí en el artículo del periódico que Mia me proporcionó. Desde fuera el puente no inspiraba mucha confianza, y más considerando que debajo estaba el Río Águila, conocido por su famosa corriente que se traga todo lo que cae en él.

- ¿Perdona? – dijo una voz femenina - ¿No te vas a poner enfermo estando fuera con este tiempo?

- Lo mismo podría decir de ti – respondí girándome para ver su rostro. Me llevé una sorpresa - ¿Iris? ¿Eres tú?

- ¿Me conoces? – parecía algo asustada al escuchar su nombre de mi boca. Me quité la capucha para que me pudiera ver mejor – ¿Alex? ¿Qué haces aquí?

- Que alivio ver que me recuerdas – suspiré – Quería hablar contigo sobre cierto tema.

- Sin ningún problema – dijo sonriendo – Pero vámonos al templo que aquí nos vamos a convertir en helado humano. Solté una carcajada y la seguí al templo sin rechistar.

Una vez dentro de la pagoda principal una mujer de muy baja estatura y algo rechoncha nos acogió. Se llamaba Bikini. Después de presentarnos se fue a preparar la cena a pesar de mi negativa.

- La sacerdotisa Bikini es como una madre para mí – empezó a contarme Iris.

- ¿Vives con ella y haces de sacerdotisa? – le pregunté debido a que me llamaba la atención que tuvieran la misma indumentaria.

- Sí – asintió la chica con la cabeza – He tenido suerte de tener a alguien que me trate como a su propia hija – suspiró agachando la cabeza.

- Iris – pronuncié en voz baja su nombre, aunque ella me escuchó – Sé porque has dicho eso último. Precisamente quería preguntarte por Dahlia – no me atrevía a mirarla a los ojos. Iris empezó a llorar nada más pronunciar el nombre de la pelirroja - ¡Lo siento! No quería hacerte llorar...- dije en posición de defensa.

- No te disculpes – respondió ella apartando una lágrima con el dedo índice – Mi hermana...- apenas era capaz de articular palabra, pero yo no la detuve – Siento lástima por ella...- cada vez más lágrimas brotaban de sus ojos.

- Me he enterado de todo lo que sucedió desde que nos conocimos en Miami Beach – dije tratando de tomar las riendas de la conversación. Empecé a contarle la historia que horas antes nos había contado la jefa de Tom. Iris se tranquilizó un poco y asentía a medida que iba me escuchando, confirmando lo que estaba relatando.

- Ella me avisó hace 5 años del plan que tenía para vengarse de su padre y robarle aquel diamante – confesó – También me explicó hace pocos días que si su hermanastra Valerie estaba dispuesta a hablar, no dudaría en silenciarla para siempre – se notaba en su débil voz que le afectaba mucho hablar de los pecados de su hermana.

Bikini trajo la cena a la mesa antes de que pudiera preguntarle nada más. Decidí darle una pequeña tregua y que se calmase un poco. Después de cenar, sobre las 22:00, Iris fue a tocar las campanadas como hacía cada noche según me había dicho mientras comíamos. Cuando volvió a la pagoda principal Bikini se había ido a dar un baño de agua caliente antes de ir a dormir, así que ella y yo nos quedamos solos.

- Iris – pronuncié su nombre. Mi tono de voz expresaba incomodidad - ¿Puedo preguntarte otra cosa sobre tu hermana? Si tan mal te pone hablar del tema no es estrictamente necesario.

- No, para nada – respondió quitándole importancia y con un tono muy sosegado – Puedes preguntarme lo que quieras.

- ¿Por qué no has intentado detenerla? - a la chica le pilló un poco por sorpresa la pregunta e incluso abrió ligeramente los ojos – Quiero decir, si alguien podía convencer a Dahlia de que lo que estaba haciendo no está bien eras tú, ¿no?

Iris meditó bien la respuesta durante varios segundos.

- Porque tengo miedo de que me mate – soltó finalmente. Más sincera no podría haber sido. Un escalofrío recorrió toda mi piel al escuchar su respuesta – Desde que nuestra madre renunció de nosotras se produjo un cambio radical en la mentalidad de mi hermana. Empezó a pensar que si nuestra madre solo pensaba en sí misma y hacía cualquier cosa para conseguir su objetivo, nosotras debíamos hacer lo mismo y no dejar que nadie se interpusiese en nuestro camino. No es ninguna mentira que ella convenció a nuestro padre para que me dejara en el Templo Hazakura porque yo no apoyaba esa mentalidad y creía que iba a ser un estorbo para ella – yo la miraba incrédulo. Estaba haciendo un esfuerzo titánico por no ponerse a llorar otra vez. Sentía mucha pena por ella.

- ¿Crees que ella sería capaz de asesinarte si te cruzases en su camino? – Iris se lo pensó antes de responder, probablemente porque se le vino a la mente aquella niña tan inocente que era Dahlia, pero al final asintió con la cabeza, convencida.

- Bueno...Me dejas un poco helado, como estas montañas – ese comentario fue lo único que consiguió sacarle una sonrisita a Iris – Pero eso era todo que quería saber. Muchas gracias, Iris. Me alegro mucho de volver a verte.

- ¿Te vas ya? – preguntó Iris - ¿Por qué no pasas la noche aquí? – sugirió con una sonrisa. Estaba claro que ella no había cambiado nada a pesar de que habían pasado 9 años – Fuera hace un tiempo espantoso y el tren ya no pasa hasta mañana. Aquí hay habitaciones para hospedar a varias personas sin contarme a mí y a Bikini.

Acepté su invitación. No podía decirle que no si me ponía aquellos ojos de cachorrillo hambriento.

- Muchas gracias por permitir que me quede – le sonreí por primera vez en toda la noche – Me voy a dormir, estoy un poco cansado.

- Antes de que te vayas a la cama quería decirte algo – me interrumpió – Antes dijiste que si alguien podía convencer a mi hermana de que lo que está haciendo está muy mal era yo – asentí con la cabeza – Yo creo que si alguien puede cambiar todo esto realmente eres tú, Alex – no me esperaba escuchar eso. Al ver mi expresión Iris trató de explicarse – Sinceramente creo que una de las cosas que más le dolió a Dahlia fue no poder hacerte la visita al orfanato que ella os había prometido en la playa.

- No me esperaba escuchar eso de ti, para ser sinceros – confesé – Pero desde que leí acerca del juicio de ayer supe que tenía que hablar con Dahlia tarde o temprano.

- Me imaginaba que lo harías a pesar de todo lo que ha sucedido. Sin embargo, si mi deducción no es correcta, es posible que en algún momento piense en matarte – tragué saliva - ¿Aún quieres intentarlo? – asentí.

- Te preguntarás por qué lo hago, ¿me equivoco?

- Me has leído la mente – admitió ella esbozando una sonrisa fugaz.

- Sé lo que Dahlia siente. Yo también he sufrido mucho. He pasado varios años de mi vida solo en un orfanato recibiendo muchos castigos. Eso cambió por primera vez cuando conocí a Tom – hice una pausa – Pero cambió definitivamente cuando os conocí a vosotras dos. Jamás en mi vida me había divertido tanto y nunca había tenido esa sensación de que el tiempo pasaba a la velocidad del rayo. Sé que esa es la verdadera Dahlia Hawthorne. Y no puedo permitir que acabe en una cámara de ejecución ante decenas de personas que disfrutarían viendo cómo se retorcería de dolor. Mi conciencia no me permitiría que ese día llegase.

Iris se quedó sin palabras. Yo sonreí y me giré para dirigirme hacía mi habitación que sabía dónde estaba gracias a una explicación de Bikini sobre el edificio durante la cena. Iba a ser una noche de muchas reflexiones para ambos.

La redención de DahliaWhere stories live. Discover now