Capítulo 29.

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Capítulo 29.

Parpadeo con fuerza mientras manejo. Estoy intentando mantener la calma. De verdad, pero no lo logro. No logro. Aprieto mis dedos al volante y mi respiración comienza hacerse ruidosa. Okey, Peter, tranquilo, tranquilo, tranquilo. Solo irás por la carta en donde sabrás si eres admitido o rechazado por la universidad. Tienes que mantener la calma.

Pero lo peor es que no puedo sacarme de la cabeza el hecho de que hoy mismo Kelia se irá a Inglaterra, tan lejos, tan lejos de mí. No puedo evitar sentirme triste, sé que se irá solo por un año o tal vez dos, pero independientemente de eso, yo no la volveré a ver jamás, perderemos contacto en el minuto en que ella esté en ese avión y yo entre a la universidad.

Si es que logró entrar.

Mi estómago se revuelve y temo vomitar en mi auto nuevo. Doblo de un bandazo, recibiendo varios ladridos e insultos de los conductores cercanos, para seguir y estacionarme en la preparatoria  pública. Saco la llave del auto y el motor se apaga. Inclino la cabeza y la dejo sobre el manubrio, mientras intento respirar con suavidad antes de bajarme e introducirme en la preparatoria.

Recorro unos pasillos, y no veo a nadie, excepto al personal de aseo y algunos profesores. Giro al salón de matemáticas donde está un señor de mediana edad revolviendo unos papeles.

―Hola buenos días  ― el caballero levanta su cabeza y se le iluminan los ojos al reconocerme. Esboza una sonrisa y me indica a que espere mientras saque un sobre blanco entre los papeles y me lo entregue.  ―Gracias ―musito, con la voz ahogada.

Me tiemblan las manos al sentir la carta sobre mí, esta en mi poder. La puedo abrir y saber que hacer con mi vida. Pero me resisto, llego al auto y arranco en dirección al aeropuerto. No puedo abrirlo si no está Kelia conmigo, simplemente no puedo.

Despues de todo, ella forma parte de que me hayan aceptado o rechazado de la universidad, para bien o para mal. Tiene derecho a saberlo.

Piso al acelerador y giro en dirección contraria a una curva, para seguir con la misma rapidez y ver a lo lejos el enorme aeropuerto, asomándose en el horizonte.

Su vuelo sale a las seis de la tarde y son las cinco, una hora de anticipación, si ella no está ahí, lo estará pronto. Ella me dará las fuerzas para no desmayarme mientras abra la carta. Me estaciono en el primer lugar que encuentro y me bajo a toda prisa para correr hacia la entrada. Corro por varios minutos, entre toda la gente, sin poder encontrar a Kelia. El aeropuerto es enorme, así que estuve una media hora buscando, hasta que me siento lo suficientemente cansado como para sentarme y respirar con calma.

― ¿Peter?― me giro tan rápido que me duele el cuello. Al voltear, la veo con sus cejas fruncidas y sus labios tan rojos que me llaman a besarlos. Por última vez.

―¡Kelia!― digo, sin poder fingir mi emoción al verla. Me acerco hacia ella y me pregunto si sería oportuno abrazarla, pero lleva varios bolsos en sus manos y un par de grandes maletas. Me retracto y por el contrario me quedo mirándole con una sonrisa.

― ¿Que haces aquí? ― pregunta bajando los bolsos de las manos y dejando las maletas de lado. También se me acerca. Me cuestiono si ella pensará que vine a detenerla, a que no se vaya a Inglaterra, ya que en sus ojos veo un lindo destello. Pero por más que quisiera detenerla, no podría, sería demasiado egoísta.

En vez de responder, solo saco la carta de mi bolsillo del pantalón y se la elevo al nivel de sus ojos. Ella responde con un gesto encantador, arruga las cejas y ladea su cabeza. Le sonrió y explico― Es la carta. ― arruga aún más sus cejas y me entran ganas de abrazarle ― La carta de admisión para la universidad.

Menor Que Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora