Capítulo 8

123 12 1
                                    

Nada más desaparecer Ana, Nerea sacó el botiquín que había estado escondiendo y se acercó a Mimi.

— No. — rechazó esta algo triste. — Cura a Cepeda, yo estoy bien.

La pequeña asintió y se dirigió a Cepeda, que aceptó su ayuda sin rechistar.

La celda empezó a llenarse de un silencio que incomodó bastante a Mimi, pues con tanto silencio y tan poco que hacer no podía evitar pensar en Miriam, estaba preocupada. De repente  se acordó también de sus amigas y una angustia recorrió su cuerpo cuando recordó como una horda salió del piso en el que se intentaron meter hace apenas un día, estaba casi segura de que Claudia no pudo escapar. Su preocupación aumentó, pues no sabía si sus amigas seguían cien por cien vivas, y para colmo ahora estaba triste.

— ¿Nerea? —preguntó con indecisión intentando romper el hielo para distraerse un poco.

— ¿Sí? — respondió esta mientras le curaba la ceja partida a Cepeda.

— ¿Cómo acabaste aquí? — preguntó curiosa sin pensar.

Nerea se mantuvo en silencio durante unos segundos. Mimi, que sabía reconocer rápidamente cuándo había metido la pata, se sitió la peor persona del mundo.

— ¡Oh! ¡Lo siento! No había pensado en si podría afectarte la pregunta...

— No pasa nada, tranquila... — respondió ella. — Me secuestraron... — aclaró apenada.

Tanto Mimi como Cepeda sintieron su corazón encogerse.

— ¿Cuántos años tienes? — curioseó esta vez Cepeda.

— Dieciocho... Creo... ¿A qué mes estamos? Yo ya perdí la cuenta de los días.

— Octubre. — dijo él.

— Pues sí, sigo teniendo dieciocho.

— ¿Tanto tiempo llevas aquí? — cuestionó la mayor incrédula.

— Me secuestraron sobre Julio... Llevo desde entonces sin ver la luz del sol... No sabéis lo largos que se hacen los días aquí, yo ya pensaba que llevaba un año aquí metida. — habló con lástima.

— Lo siento mucho... — susurró Mimi triste acercándose a abrazarla.

Nerea correspondió el abrazo.

— No pasa nada... Sé que mi hermano, Alfred y Aitana me están buscando y no van a parar hasta que me encuentren. — su voz salía con esperanza. — Además Ago y Ana llevan meses preparando el plan para escapar y me prometieron llevarme con ellos.

¿De verdad te fías de ellos? — interrumpió Cepeda.

— Pues sí la verdad... Me han ayudado mucho aquí dentro... Sé que vosotros no os fiais, pero son gente buena y solo quieren ayudar, en serio.

— Me alaga que digas eso de nosotros, Nerea.

De repente Agoney apareció con su característico dulce tono de voz, asustando a la pequeña.

— ¡Jo, Ago! Eres imbécil, me has asustado.

— ¿Dónde ha quedado lo de buena gente? — reprochó él burlón.

Ambos se rieron.

— Os he traído algo de comida, no es mucho porque casi me pillan en la cocina pero, al menos es algo.

Dicho esto pasó a la celda y les entregó un tupper algo viejo con raviolis. A Nerea se le formó una gran sonrisa y se le pusieron los ojos como platos.

SobreviviendOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora