Ella
La vergüenza izo de la débil, y las lágrimas un sonrojo. No había llegado, y su cuerpo impactó contra el suelo.
Nadie pareció darse cuenta, pero entonces llegó él, y con la voz ronca le preguntó si se encontraba bien, y su corazón empezó a latir, y el de él también.
Ella asintió, y el joven se atrevió a preguntar por su nombre. Y ella, consciente del momento crucial en la que dos desconocidos se conocen, mintió.
Y Harriet empezó a ser Arabella para él.