Capítulo V: La Vi En Rosa

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Sarah recibió un mensaje de parte de Allyson; ¿cómo supo que lo era? ¿Todas las letras en mayúsculas? ¿Que le falló la ortografía aquí y allá denotando que realmente no estaba en el mejor de los estados para fijarse en un detalle en que en otras circunstancias era excelsa? ¿Intuición femenina, aunque aceptar tal opción sería perpetuar un concepto propagado por sociedades patriarcales para pintar a las mujeres como irracionales?

Sin importar si se tratase de cada una de las opciones anteriores, o ninguna, no cabía duda que la morena no deseaba hacerse desear por mucho tiempo más.

Tocó el timbre de la puerta de la familia Martin, y espero.

—Estoy ya aquí —Sarah le escribió en el teléfono—. ¿Andas?

—Sí —no tardó en recibir contestación en su pantalla —. Ya bajo... solo...

—¿Sí?

—Solo... trata de no hacer mucho escándalo.

—¡Oh, esto de seguro será un escándalo! —pensó Sarah tras leer aquel mensaje—. No te preocupes: no lo haré.

Y no lo hizo.

Por un par de minutos después de que su amiga le abriera la puerta.

—¿Puedo pasar?

—C-claro —Allyson contestó—. Mamá no está en casa.

—Sí, bueno, está bien, está bien, pero... hay algo que siento que no cuadra aquí.

Sarah disimuló en una primera instancia, pero de inmediato notó el extraño elefante en la habitación. Sabía cuán fodonga en sus ropas podía ser Allye, en especial en los confines de su propio hogar y en un día de fin de semana como aquel, pero incluso conociendo su timidez, al menos nunca temía mostrar el rostro.

—¿Ese hoodie es... nuevo? —la visitante preguntó, notando la capucha de tono gris oscuro que Allyson ostentaba sobre su torso, y claro: sobre su cabeza.

—S-sí, es... lo conseguí de Alibaba y...

—No te queda mal.

—G-gracias.

Los tacones de Sarah resonaron en el piso de madera del hogar de los Martin conforme se acercaba un poco más hacía su amiga, con una actitud segura, lista para confrontar, y un tanto amenazante ante lo que Allyson se encontraba sintiendo en tal momento.

—¿P-pasa algo? —esta última cuestionó, dando un par de pasos hacía atrás al sentir la presencia de la morena demasiado cercana a la suya.

Sarah se cruzó de brazos, nunca sin dejar de sonreír.

—Hay TANTO que debo preguntar.

—¿S-sí?

—¿Por qué no le pediste ayuda a Jake?

—B-bueno, es que... verás —Allye aclaró la garganta, pero sintió que casi se le atoran más gargajos en ella—. Mira, él es... ya sabes, él es...

—¿Polaco?

—¡No! ¡P-para nada! ¡Amo a todos los polacos! —¡Desde Marie Curie hasta... eh... hasta!

—No te torturaré en tener que pensar en otro polaco famoso, querida; vamos, sé que no fue por eso de todos modos, es solo que... ¿es porque es un chico, verdad?

Allyson suspiró.

—Hay cosas que solo... otra chica puede entender —replicó.

—Oh, amiga, entonces aquí estamos hablando de problemas... ¿femeninos? —Sarah susurró.

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