Capítulo XXIV: Ocho Kandelikas (Y Tres Adolescentes)

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Vacaciones de invierno: palabras dulces, muy dulces para los oídos de cualquier estudiante, constantemente a la expectativa de como pasaran su tiempo libre, claro está, aparte de disfrutar de las festividades de fin de año con sus respectivas familias.

Pero la adolescencia es una etapa difícil para ese tipo de reuniones; de algún modo u otro, pareciera como si todo pudiera avergonzarte, ya sea algo en el comportamiento de tus padres, tus abuelos, tus tíos o inclusive, en uno mismo, mas no obstante, la mayor parte de esos temores son infundados, y fruto del sentir juvenil que parecen amplificar las inseguridades y miedos.

Claro, para tres chicos de una escuela de Toronto, Hopewell High, los temores eran tan reales como la nieve que llenaba las calles de la ciudad.

—¿¡No adoran esta época del año!— Sarah exclamó vigorosamente mientras ella y sus dos amigos (y cómplices), Allyson y Jake caminaban hacia sus hogares tras el último día de clases del año. 

—No estoy muy entusiasta; para empezar, este maldito frío me está matando —Allyson contestó, abrazándose sola y ocasionalmente usando su aliento para calentar sus manos.

—¿Y qué tal tú, Jackie?

— No me vuelvas a llamar "Jackie", y no; no comparto tu estado de ánimo —contestó el joven parcamente frunciendo el ceño.

A pesar de la negativa actitud de sus acompañantes, no parecía importarle demasiado a Sarah; de hecho, nada podía cambiar su actitud: no sus amigos, no el hecho que reprobó los últimos dos exámenes, ni que la humedad hacia desastres para su maquillaje gótico-pirata (tanto en el sentido de "mala calidad" como en el otro...si, marinos, tesoros, Johnny Depp y todo eso)

Pero esas reacciones no eran por nada: tanto Allyson como Jake tenían buenos motivos para no poseer el enorme aprecio y estima a estas fechas especiales.

Para Allyson, representaba la vuelta de un mal que ella prefería evitar a toda costa, aun mas que la plaga, y el nombre de dicha plaga es Jessica: su hermana mayor, quien regresaría de la Universidad y traería de vuelta esa hermosa relación pasiva agresiva que todo aquel con una consanguínea podrá entender.

—¿Ella vendrá, no es así? —Jake preguntó discretamente a Allyson, mientras Sarah se les adelantaba por el paso rápido que tenía.

— Pues...ya sabes, es familia y todo eso.

El rostro de Allyson lo decía todo; no era que no quisiera a su propia hermana, pero ellas nunca han tenido demasiado en común: Jessica era la hija "bonita" como se dice comúnmente, mientras que "Allye"...no tanto, y no es que la hija menor fuera dolorosa a la vista, pero cuando tu hermana tiene la apariencia de una modelo de Europa Oriental, es natural que los complejos aparezcan.

— ¿Y qué hay de ti Jake?— Allyson murmuró—. ¿Lo de siempre, no es así?

— ¿Tú qué crees?— él contestó molesto.

Las fiestas en el hogar de Jake Zabrocki no eran tampoco sencillas, y es aquí donde el asunto se vuelve enredado ¿Navidad? No ¿Hannukah? Ojala...no, en el hogar Zabrocki, la celebración es el Festivus.

¿Cómo explicarlo de manera lógica y sensible? Bien: Hace años, el padre de Jake se unió a la secta del Festivus (aunque inclusive el nombre "secta" sería demasiado amble para tal cosa) decepcionado de la Fé Católica (Después que el Señor Zabrocki perdiera por ocasión numero ciento veinticuatro la Lotería de Ontario tras fútiles suplicas al de arriba.)

No sería tan malo pertenecer a una iglesia distinta de no ser por el hecho que sus rituales tradicionales incluían: tener un poste de metal en lugar de árbol, gritarse los unos a los otros y recriminándose sus acciones del año, y el gran final: pelear sin camisas contra los invitados.

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