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Visité las ruinas dantescas del infierno lejano a mi persona.

Vi que las cosas podían ponerse muy toscas.

Veía a una persona correr de lado, superando paredes y obstáculos.

Varita en mano, lancé mi hechizo con ilusión.

Viré, esquivé y recogí una llama fundida por la maldad de una relevante acción.

¿Varía mi cuento de la realidad ya representada? Ni lo más mínimo.

Vi que la vida podía salir bien y renuncié.

Vil un respiro es; execrable un amor fue.

Vamos, me susurró la mujer que vestía de blanco. [La conocían por Esperanza]

                                                           Volando, volví de un lugar con visos de vanidad vistosa.

El último caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora