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Cinco.
Cuatro.
Tres.
Dos.
Uno.

Theodore suspira con resignación, es la enésima vez que inicia una cuenta regresiva, fallando en cada una de ellas, puesto que la reunión solamente se alarga. Con normalidad soporta las reuniones, pero puede que su estrés le esté jugando una mala pasada. Ha tenido que recurrir a cerca de cinco tazas de café, más que en ningún otro día. Las situaciones vividas últimamente en su familia, han desbalanceado un poco su ordenada vida. El quinto socio empieza a hablar nuevamente, mientras en su mente solo se pregunta: ¿Ya va a dejar de quejarse? Los negocios son un riesgo, tenía más que claro que durante esta temporada las ventas se van a la baja, debería comprenderlo, pero no, el hombre prefiere hacer escándalo en una reunión que debió acabar hace media hora.

En tanto, Clare, no deja descansar sus dedos sobre el teclado, que se mueven incesantes. Los inversores japoneses le tienen abrumada, ha tenido que redactar cerca de cuatro veces el mismo escrito cambiando solo mínimos detalles, esos hombres deberían ser claros de una vez. La ojiazul espera sentada en su oficina, ya casi es la hora de la comida, su favorita. El tiempo se ha pasado volando, ni siquiera se había percatado de ello. Ésta vez no piensa imprimir nada, su jefe deberá revisarlo desde el monitor.

—Punto final. —Murmura en dirección al monitor una vez que ha conseguido acabar de redactar el escrito.

En algún otro lado, el chico Grey sonríe al ver que por fin la reunión ha acabado. Por fortuna el socio número tres ha decidido ponerme punto final, puesto que empezaba a tomar un rumbo que no era relevante. Avanza recorriendo los pasillos con la seguridad y elegancia de él conocidos por todos dentro de la empresa, un tras pié nunca ha dado. Habla con su secretaria sobre la cancelación del almuerzo previsto para el día de hoy, es aire puro, puesto que ni siquiera estaba dispuesto a ir, una excusa menos que crear. Antes de entrar a su oficina una llamada se coló en su móvil, una de las tantas ofertas de las compañías telefónicas, eran fastidiosas.

«¿Cuántas veces habrá que responderles con un "no"?»

Cinco minutos perdidos tratando de hacer entender a la señorita que no requería de tal servicio, en tanto ella continuaba hablando. Pero habría de comprenderla, solo hace su trabajo. Abrió la puerta de su oficina.

—Me muero de hambre. —Fue lo primero que escuchó al cerrar la puerta a sus espaldas. —Estoy por irme, solo he querido decirte que la nueva traducción está lista. Sabes la clave, revísalos y luego se lo envías a los necios esos. Me voy. Con permiso, jefe.

Antes de que siquiera llegase a colocar la mano sobre la manigueta la detuvo sosteniéndole del brazo. Aquella forma burlesca de ser de la chica, realmente lo amaba. Era una mujer simple, directa y para nada cohibida cuando quería.

—Oye, esto se llama retención en contra de mi voluntad. Además de que mis horas extras se van sumando. —Señaló el reloj en su muñeca con gracia. Él bendijo el momento en que se lo había obsequiado, como remuneración por el "préstamo" del móvil, que sabía no iba a poder devolverle. — ¿También quieres agregar una úlcera por comer a destiempo?

—Eres tan graciosa, Clare. —Murmuró dulcemente. Ella fingió sentirse indignada, puesto que todo se lo había dicho con seriedad. — ¿Podríamos solucionar esas horas extras con un almuerzo... Hoy?

—Oye, oye, oye. Alto ahí, muchacho. —Dijo en medio de una confusión exorbitante en su cabeza. —Tienes un almuerzo, ¿No es así?

—Tenía, en tiempo pasado, Olivia me dijo que la han cancelado. Así que, no puedes salvarte de mi. Necesito salir de este lugar, y con buena compañía. ¿Qué dices?

—Con una condición: Yo pago lo que consuma. De otra manera, no.

— ¿Pero qué dices? —Farfulló sin comprender. —A ver, eres mi novia y si yo te invito, yo debo pagar. No quieras salir con que yo invito todo el tiempo, que no va conmigo.

UN GREY ENAMORADO Where stories live. Discover now