XX

918 68 32
                                    

Aquella tarde Anne se preparaba para salir de viaje de trabajo, su estancia esta vez seria de dos días o tres a los mucho, aun poblado que estaba a una cuantas horas de Villa Florencia,  así que había decidido aprovecharlos a lo máximo, en compañía de mi más adorado sueño.

De momento Louis no estaba al corriente del regreso del Zayn, era algo que me lo había reservado para una ocasión  como ésta, y es que necesitaríamos un largo tiempo para aclarar unos cuantos puntos que me gustarían que quedaran en claro, tiempo que no gozábamos mientras Anne estuviera en Villa Florencia. 

Así que por esta ocasión no dormiría dos noches en casa, por lo cual mi maleta con mis cambios de ropa necesarios ya se encontraba preparada bajo la cama, a la espera de que partiéramos en cualquier momento. El lugar aun no lo sabía pero daba lo mismo a donde fuéramos, hay ocasiones que detalles como ellos salen sobrando en demasía y que se vuelven trivialidades, minimiedades…

Mamá se despidió pasadas las ocho de a noche. Dejándome las ya conocidas indicaciones. Ya previamente había hablado con Margaret, para que hacer de su conocimiento que no estaría en casa, por dos días, mintiéndole que mamá sabia de tal situación, esperando y otra vez confiando en que la suerte  estuviera de mi lado y las cosas no se me salieran de las manos.

Un cuarto de hora después de que mamá salio de casa, tocaron al timbre. Rápidamente abrí para no hacer esperar a Louis. Cuando abrí la puerta ahí estaba, mi más deseado sueño de otoño, tal y como lo recordaba, llevábamos unas cuantas horas sin vernos, pero para mi había sido una eternidad. Sin esperar más me arroje a sus brazos y le bese como pocas veces lo había hecho.

-¡Woooo!, vaya recibimiento tan efusivo- dijo sorprendido, mientras cerraba la puerta a sus espaldas.- Pocos de estos, había recibido…- continuó dibujando una sonrisa. Por mi parte me limite a seguir con mi trabajo, pero de inmediato me detuve. No había tiempo que perder…

-Mejor nos vamos, ¿no te parece bien?- inquirí, separándome unos centímetros de él.

-¡Me parece perfecto!- respondió efusivamente.- Hay tanto que hacer…- murmuró por lo bajo, maliciosamente…

 Sonreía ante sus ocurrencias

-Y de que hablar…- complete, mientras en su rostro se dibujaba un gesto de no saber de que hablaba, en lo absoluto. Sin darle tiempo de más, le empuje a la salida, abrí la puerta, y sin esperar un minuto más salimos a disfrutar un día de la compañía tanto del uno como del otro, por que ninguno de los dos sabíamos cuando esto iba a acabar…

Nuestro destino final fue un parque, que se hallaba en una reserva ecológica, una extraordinaria combinación de deportes extremos y un paisaje de ensueño, anclado en la hendidura de tres grandes empinadas laderas que terminaban en un terreno boscoso, repleto de enormes árboles, lugar localizado en el poblado de Landa Verde. Rentamos una pequeña cabaña para dos personas, en lo más profundo de aquel lugar, con la deliberada intención de que nadie nos molestara de momento.

La noche previa a nuestra partida de aquel lugar, al fin decidí hablar con él y que pasara lo que tuviera que pasar y que fuera lo que la vida quisiera…

El Otro Rostro de la Vida ➳ l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora