7. Hotel Beldes

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Sábado 23 de agosto del 2014

Lia había pasado toda esa semana sin comunicarse con Toy. Era cierto que se había dicho que continuaría la misión, sin rencores, pero simplemente no podía. Había quedado con Toy dos veces para hablar, pero ambas falló, excusándose con cualquier compromiso de improvisto.

Sabía que sus sentimientos eran contradictorios, ya que por un lado moría de ganas de volver a ver a Toy y abrazarlo, pero por otro deseaba estrangularlo por mentiroso, así que no estaba muy segura de cuál sería su reacción en cuanto lo viera de nuevo, y no se quería arriesgar.

Sin embargo, ese día era el reencuentro de Fiorella y Gareth, y necesitaba mantenerse ocupada mientras Fiorella estuviera con su amor, así que decidió que llamaría a Toy.

Gareth le había pedido a Lia que le diera un poco de tiempo para meditar el asunto, y estar listo para cualquier golpe, así que se tomaron una semana para llevar a cabo el plan, pero no creía que alguien fuera capaz de soportar algo así.

Eran ya las siete de la noche, y tendría que llegar a donde había quedado con Gareth en dos horas. No sabía cómo reaccionaría Fiorella después, pero casi no le importaba. Ni siquiera sentía temor de que Iris la descubriese.

Esa noche le tocaba guardia, pero entonces Melissa entraba en el plan junto con Corin, y otras cosas extras.

Apretó la cola de caballo con la que se peinó y se acomodó los jeans oscuros que eligió. Tomó su teléfono, y le escribió a Toy:

      Lia:

      «Estoy en tu casa en dos horas y media. Por favor, no quiero sorpresas.»

Bloqueó el teléfono y salió de la habitación. Entró a la habitación de Fiorella arbitrariamente, en lo que la vio tirada en la cama, cubierta por un plumón grueso y las cortinas cerradas. El aire acondicionado estaba muy bajo de temperatura, por lo que hacía frío allí. Lia se frotó los brazos para mantener el calor.

―¿Qué haces aquí, Lia? ―preguntó su amiga, con voz ronca. Estaba dormida, claramente.

―Necesito que me acompañes a casa de Timothy. Iré manejando yo, pero necesito que alguien traiga de vuelta el auto.

―¿Por qué no se lo pides a Corin? Y aparte, ¿qué no tienes guardia hoy?

―Sí, como tú tenías el martes, y el jueves pasado, y anteayer. Creo que eso no importó ―dijo Lia, con tono triunfante. Tenía la boca embarrada de razón―. Anda, levántate. Estaré esperándote abajo en el auto.

―Vale, vale. Dame mi tiempo ―pidió ella a regañadientes.

Lia no volvió a responder y salió de la habitación. Subió las escaleras al pasillo de Corin y Melissa. Era difícil saber cuándo estaban en cada cuarto, o si estaban juntos, o si no estaban.

Tocó la puerta de Melissa, esperando para una respuesta.

*    *    *

Melissa escuchó la puerta tocar. Sabía que era Lia, y agradecía que se hubiera acordado la hora en la que debía estar lista, no le habría gustado estar en una situación incómoda como la primera vez que la vio con Corin.

Se acercó a la puerta, y la abrió. Allí estaba su amiga, peinada de la misma forma que ella, aunque un poco más guapa. Sentía un poco de envidia, pero la descartó de inmediato por lo absurdo que era.

―Lia, ¿cómo estás?

―Bien. Solo venía a recordarles que en un momento salimos. Fiorella se está arreglando ahora. ¿Están listos?

Mafia Femenina 1: Albures y Azares Donde viven las historias. Descúbrelo ahora