15. Realidad

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Viernes 14 de noviembre del 2014

Lia sorbió por la nariz y se limpió las lágrimas. Era un poco más de media noche y no podía dormir por pensar en que ese mismo día secuestrarían a Toy.

El plan que le había explicado Iris no le gustaba para nada. No le gustaba nada de lo que Toy tendría que pasar después de ese día. Estaban en otoño y las temperaturas ya eran de dieciséis a nueve grados, y el cuartel no era un lugar muy cálido que digamos.

Decidió que lo llamaría. Se apoyó sobre sus palmas y se sentó. Cogió su móvil y marcó a su número. No fue después de la segunda llamada que él contestó.

―¿Aló? ―habló con voz dormida.

―Toy, soy Lia.

―¡Lia! ―exclamó en voz baja―. ¿Qué pasa? ¿Por qué llamas a estas horas?

No sabía qué le iba a decir exactamente, pero era una buena oportunidad para desearle un feliz cumpleaños.

―Quería ser la primera en decirte que espero que tengas un muy feliz cumpleaños y que cumplas muchos más. ―No sería un feliz cumpleaños.

Toy rio.

―Gracias. Me quedaría hablando, pero tengo que despertar temprano porque tengo escuela. ¿No importa?

Claro, ¿cómo no lo recordó? Toy sí tenía una vida normal, él sí iba a la escuela y el sí tenía que madrugar para llegar a tiempo. Pero no quería colgar. ¿Cuánto tiempo más oiría su voz? Le quedaba menos de veinticuatro horas para escucharlo feliz.

―Oye, ¿puedo ir a tu casa? ―preguntó ella.

―¿A estas horas? ¿No tendrás problemas con tu madre?

«No tengo ese tipo de vida, Toy.»

―Mi hermana me puede cubrir.

―Sí, claro que puedes ―respondió él―. Solo tendremos que ser un poco cuidadosos cuando llegues porque mis padres están en casa y no creo que vean muy bien que una chica venga a estas horas de la noche.

―Vale… ¿Me puedo quedar a dormir?

―Mmm… ―lo meditó él―. Sí, pero supongo que tendrás que irte antes de las seis y media de la mañana.

―No importa ―contestó ella y se secó otra lágrima―. He de estar allí en media hora, ¿sí? No te duermas.

―Te espero.

Lia fingió una risita y colgó.

Se levantó de su cama, fue a su closet y se vistió con lo primero que encontró. Terminó con una blusa rosa encogida y descolorida por la lavadora, unos blue jeans simples, las Converse verdes que usó el día que conoció a Toy y una bufanda blanca de lana. Recordó que aún tenía la chompa de Toy porque ese día que lo conoció nunca se la devolvió, así que se puso esa también. Se guardó el celular en los vaqueros y salió de allí.

Caminó sigilosamente por el pasillo para ir a la habitación de Fiorella. Pasó sin avisar, cerrando la puerta detrás de ella. Cuando estuvo junto a Fiorella, le tocó el hombro y le agitó un poco para despertarla.

―Oye, Fiorella ―susurró.

―¿Hmh? ―preguntó, adormilada.

―Me voy a la casa de Toy y pasaré la noche ahí ―informó―. He de llegar para el entrenamiento físico con Corin, ¿vale?

Fiorella soltó un gruñido y se despertó con un poco de pereza. Prendió la lámpara que estaba a su lado y miró a Lia.

―¿Te vas a dónde?

Mafia Femenina 1: Albures y Azares Donde viven las historias. Descúbrelo ahora