Capítulo siete:

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Capítulo siete.

Todavía amenazándolo con el cuchillo le pregunto:

—¿En qué quieres ayudar? —.

El pasa su vieja mano en su canoso cabello.

—En encontrar a Daniel—dice y añade: —. O mejor dicho, en salvarlo.

Sus palabras me hacen estremecer. “Salvarlo”

Sven vacila.

—¿Cómo sabemos que eres de confianza? —le pregunta con el ceño fruncido.

Thomas ríe enseñando sus dientes podridos.

—Soy un anciano, me pueden matar en cualquier momento—dice dándonos una sonrisa lobuna.

Suspiro fuerte y bajo el cuchillo.

—¿Sabes dónde está Daniel? —pregunte tratando de no llorar.

Él mueve la cabeza de un lado al otro para luego inclinarse un poco cómo si nos estuviera contando un secreto.

—Digamos que lo vi ayer—responde con su voz aguda.

¡Dios mío! ¿Lo vio ayer? ¿Podría confiar en sus palabras? Claramente sí, su apariencia es fea pero su voz suena segura y sincera.

—¿Cómo está? —pregunto con los ojos acuosos.

—Él está bien, sólo es un rehén, como así decirlo—dice.

¿Rehén? Lo usan para traer a mi abuelo pero no lo han logrado.

—¿Lo han lastimado? —pregunto con la voz ronca.

Él asiente, mis ojos se llenan de lágrimas.

—Sabes dónde está, ¿cierto? Podemos ir, podemos salvarlo—trago el nudo de mi garganta mientras asiento muchas veces con la cabeza.

Thomas alza su mano para luego sólo deja un dedo arriba, el índice.

—No tan rápido, cielo—dice, su voz suena aterradora para mí—. Lo cambian de lugar todas las noches, sé dónde está ahora pero en la noche lo cambiaran y no sé dónde lo pondrán.

Paso mis manos duramente por mi cara. Exasperada.

—¡Bueno, entonces vayamos está noche!—exclamo.

Sven y Thomas me miran de arriba abajo, y luego niegan con la cabeza.

—Nos convertiremos en bestias, Amelia. No quiero que…—.

Thomas interrumpe a Sven.

—Así que eres Amelia…—dice y añade hacía Sven: —¿Tú, niño?

Sven quita su mirada de mí.

—Sven Rush, Thomas—responde.

—¿Cuál es tu apellido? —me pregunta Newton.

—George—respondo.

¡Esto no se trata de conocernos! Esto se trata de encontrar a Daniel.

—Bueno, no hay ningún problema con ir hoy en la noche, tal vez sea mejor—opina Thomas.

Asiento con la cabeza mirando a Sven. Él mueve la cabeza a un lado y luego al otro.

—Seguro—susurra.

Lo abrazo y él me agarra apretándome fuerte.

—Gracias—susurro en su oído.

Tal vez encontraría Daniel, tal vez lo llevaría a casa conmigo nuevamente y todo sería igual. No, ya nada sería igual aunque vuelva a ser lo mismo.

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