Capítulo 11

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No saben lo que me costó escribir esta garcha

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Kishtar se despertó luego de oír la puerta cerrarse un poquito fuerte. Abrió los ojos a duras penas, y vio a Santi sentado en los pies de la cama. El peruano se sentó, haciendo que el movimiento llamase la atención del otro muchacho, este volteó.

-Hola. –Saludó Santi, intentó sonreír, pero se notaba a kilómetros que estaba más caliente que negra en baile. Kishtar también lo notó, y frunció el ceño levemente.

-Buenos días. –contestó. -¿Todo en orden?

Santiago lo pensó unos segundos, cuestionándose si decirle lo que acababa de ocurrir era buena idea. Los ojos de Kishtar lo observaban expectante, quizás ya el silencio incómodo lo había delatado, así que no le quedó otra opción que hablar.

Y así lo hizo, con lujo de detalle y hasta se permitió exagerar, porque realmente Tumtum no le caía bien. Kishtar oyó todo con interés.

-Conque eso era. –Habló finalmente Kish, rascándose la barbilla. –No esperaba eso...

-¿No? –preguntó Santi, ladeando un poco la cabeza.

-Claro que no. –Negó el otro chico. Kish notaba que Santi estaba enfadado, no quería que su chico estuviese así. Un cosquilleo lo inundó, una idea perversa había colmado su mente, y por mucho que le avergüence la llevaría a cabo –Tumtum y yo sólo somos amigos. Nunca se había portado así, jamás hablamos de ti, a menos que sea una conversación casual. –Explicó Kishtar, acercándose más a Santiago. –Me da cólera que actúe así, pero él debe saber que sólo hay espacio para una sola persona en mi corazón... Y eres tú. –Kishtar depositó un beso en los labios de Santiago, sonrojándose, esto tomó al santafecino por sorpresa, pero rápidamente se acopló a su ritmo, llevando una mano a la mejilla de Kishtar. Los besos, que al principio eran tiernos, cada vez se volvían más lujuriosos y candentes, y las caricias se volvían más picantes. Kishtar, tímidamente, acarició la rodilla de Santi y lentamente subió hacia sus muslos, con intención de tocar su entrepierna. Dudó, era la primera vez que tomaba la iniciativa. Santiago entendió claro el mensaje, y con su mano, guio la de Kishtar hasta su bragueta. El peruano, más rojo que huevo recién rascado, bajó el cierre y desabrochó el botón del pantalón de su enamorado, notó un bulto en el bóxer gris. Los ojos de Kishtar se abrieron como platos. "A la verga." pensó él, sin saber muy bien que hacer, esperando alguna otra ayuda de Santiago.

-No muerde. –dijo Santi, riendo un poco. Kishtar asintió, pero seguía cagado hasta las patas, bajó la ropa interior de su "amigo", (si es que aún se podían llamar así) y comenzó a acariciar la anaconda. Primero lento, pero poco a poco la velocidad aumentaba. A Santi se le escapó un gemido de placer, sin embargo, lo sofocó con su mano. No quería que nadie oyera lo que ocurría en esa habitación. Su beso se reanudó, ahora con sus lenguas como protagonista. Kishtar seguía con su asunto, pero Santi no quería quedarse atrás, así que puso primera y arrancó para el pantalón del peruano, siguiendo el mismo procedimiento. Las respiraciones de los dos muchachos eran agitadas, dulces gemidos revoloteaban por la habitación. Querían ser uno, llenarse el uno al otro. Santi comenzó a quitarle la camiseta a Kishtar, hasta que...

Un toc toc quebró el ambiente, y un "¿Kish, estás ocupado?' lo dinamitó por completo. Tumtum estaba del otro lado de la puerta.

-La concha de mi madre. –masculló Santiago. 

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⏰ Last updated: Nov 04, 2017 ⏰

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Kishtar la adolescente hormonadaWhere stories live. Discover now