Capitulo 4

36 1 1
                                    

Los dos días pasaron raramente rápido. Antes de que Kishtar se diera cuenta estaba en el auto, de camino al aeropuerto. Sus manos sudaban. El volante estaba más húmedo que la vagina de una adolescente luego de ver un stream de Kishtar. Estaba más nervioso que la mierda, y no podía calmarse. ¿Cómo reaccionaría Santi al verlo? ¿Seguiría viéndolo atractivo? ¿Habría mucha tensión sexual? La mente de Kishtar estaba siendo bombardeada por preguntas, preguntas que alimentaban a los dragones escupe ácido que revoloteaban en su estómago.

Luego de unos 20 minutos, llegó al aeropuerto. Estacionó, casi chocando a un taxista, que bajó el vidrio y le regaló una linda serie de insultos, muchos sobre su madre. Normalmente, Kishtar, devolvería las puteadas, pero estaba tan embobado pesando en Santi, que sólo soltó un tímido "lo siento." Y corrió hacía las puertas de la edificación.

Kishtar no había comido nada, eran las 11 y media, y su estómago estaba revuelto. No tenía hambre, evitaba ver la cafetería, sentía que en cualquier momento iba a vomitar, y bueno, eso no era lo mejor, nadie quiere ser recibido con un rico vomito en sus zapatos. El joven se tapó la boca, asqueado de tan solo oler el olor a café. Odiaba estar tan nervioso, sobre todo porque él era la causa de sus nervios. Fue al baño, quería lavarse la cara, despabilarse de una vez. No había nadie en el baño de caballeros. Los zapatos de Kishtar resonaban en el suelo de azulejo. Vio su reflejo en el espejo.

-Sigo en la mierda. –susurró.

Y sí, no mentía. Seguía en la mierda. Parecía un adicto a la heroína, pero uno en abstinencia. Su droga estaba en un avión, a punto de llegar y por fin satisfacer su necesidad. Kishtar mordió su labio inferior, cada minuto que pasaba todo se tornaba más y más gay. Apretó el botón de la canilla y salió el agua, rápidamente, se mojó el rostro y se secó con una toallita de papel.

Volvió a la puerta, aquella de donde saldría Santi con sus maletas y esperó, volviéndose casi loco cuando veía a alguien parecido a él y decepcionándose cuando se daba cuenta que no. Esperó... Esperó... y esperó... Hasta que...

-¡Kishtar! –oyó el peruano. Buscó con desesperación la voz. ¡Era él!

Kishtar lo vio, era Santi, vestido con un buzo y unos jeans, con el cabello desarreglado y una tierna cara de dormido. Corrió a su encuentro, desesperado, y antes de poder pensarlo dos veces, estaba abrazando a Santi, apoyando su cabeza en su hombro. Santiago soltó la manija de su maleta de la sorpresa. Los dos jóvenes se miraron.

-Me alegro de verte... -dijo Kish, sonrojado.

Santiago sonrió, haciendo que su cara se ilumine y sus ojos brillen de felicidad.

-Yo igual, Kish. –contestó, abrazándolo más fuerte. –Yo igual.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Por ahora tengo escrita esta cagada, pero creo que voy a seguir, porque mi vida es miseria. 

Kishtar la adolescente hormonadaWhere stories live. Discover now